jueves, 7 de noviembre de 2024

NO MUCHOS SINO TODOS SON OBJETIVOS DEL AMOR

No hay nadie insignificante para el Padre. Es Padre de todos y ha todos quiere albergar, cuidar, proteger y hacer feliz. De tal manera que si hay alguno que se ha perdido, está en peligro de descarrilamiento o de precipitarse a los infiernos, el Padre sale a buscarlo, está pendiente de él y sostiene siempre sus brazos abiertos a su vuelta a casa, a su conversión.

Las cosas no suceden por que sí, todo tiene un finalidad para nuestro Padre Dios. En los peligros y enfermedades Dios está presente. Todo tiene un sentido de sanación, de contrición y arrepentimiento cuando se soportan con paciencia en íntima relación con Dios. Las enfermedades, dolores y adversidades son aprovechadas por Dios para que nos sirvan para la salud del alma. Él nos ha dado ejemplo con su Vida, y, sobre todo, en la Cruz.

Por tanto, nuestro Padre no quiere que nada se pierda. Buscar a la oveja descarriada; encontrar la moneda perdida, son parábolas que nos descubren esa intención de Dios de buscarnos hasta el extremo de entregar la Vida de su Hijo para que reaccionemos y nos demos cuenta de su Infinito Amor y Misericordia.

Ten por seguro que Dios, aunque le des la espalda y tu mirada se desvíe para otro lado, Él está siempre pendiente de ti. Te busca, te llama y, pacientemente permanece a tu lado esperando que vuelvas su mirada hacia Él. Su Amor y Misericordia son Infinita, y te esperaran hasta el último día de tu vida, sin represalias ni reproches. Simplemente con amor y misericordia.