jueves, 24 de octubre de 2019

ESTAR ACTIVOS PARA AMAR

Resultado de imagen de Lc 12,49-53
Lc 12,49-53
No se trata de arder para destruir, sino todo lo contrario. Se trata de prender el fuego del amor. Un amor que se extienda por todas partes y prenda en el mundo haciendo el bien, proclamando la verdad y realizando la justicia. Un amor que enfrenta el bien contra el mal y que es la causa de muchos enfrentamientos familiares: padres contra hijos; hijos contra padres; madre contra hijos, hijos contra madres; suegros y suegras contra nueras y yernos y viceversa.

Jesús ha venido a prender fuego al mundo en ese sentido arriba descrito. Un fuego activo que arda desde dentro del corazón llenándolo de verdadero amor y haciendo el bien cada día. Un fuego avivado por el Espíritu Santo, que sopla y enciende el corazón de quien le abre la puerta y atiende sus impulsos. Hablamos de ese fuego que necesitamos avivar. Hablamos de esa lámpara de nuestro corazón que queremos mantener encendida y extenderla hasta quemar todo lo que está a nuestro derredor. 

Y lo queremos no por proselitismo o por un interés egoísta, sino para convertirlo en llama de amor también que haga el bien y viva en la verdad y la justicia del Reino de Dios. Buscamos el fuego de nuestro Señor, que nos abraza y nos invita a amar y a incendiar también otros corazones, quizás apagado por el agua impura de un mundo contaminado, vacío de valores y corrupto por las seducciones y sobornos del pecado. 

Un mundo que ha dejado de arder con ese fuego que nos provoca el deseo de amar y de proclamar la Vida Eterna que el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús ha venido a anunciarnos.