martes, 1 de diciembre de 2020

HUMILDAD Y CARIDAD

Lc 10,21-24

 

Ser humilde te lleva a ser caritativo. La humildad y la caridad van de la mano. "La humildad y la caridad son compañeras inseparables. La una glorifica, la otra santifica" (San Pio de Pietrelcina).  De modo que el Evangelio, la Buena Noticia, no puede ser acogida sino para aquellos donde la humildad y la caridad se hacen presentes.

La fe, don de Dios, nos es dada gratuitamente, pero nos exige humildad. Sin ella no se nos abren los ojos para ver y para responder. Porque, si no vemos, tampoco respondemos. Si mi corazón no se abre a la humildad, mi soberbia, mi prepotencia y mi orgullo no la dejan entrar en mi corazón. Ser humilde me hace pequeño y receptivo a la Gracia de Dios. Por tanto, conviene apartarse de aquellos que se jactan de sabios, de inteligentes y viven subidos a la suficiencia y prepotencia.

Yo, Señor, quiero presentarme ante Ti, pequeño y humilde, porque sé quién soy, siervo tuyo y creatura de tu mano. Y me abro a tu Gracia para que, recibiendo el dono de la fe alcance a ver tu Infinito Amor y Misericordia.