sábado, 3 de julio de 2021

LA DUDA NOS ACOMPAÑA TODA NUESTRA VIDA


Ante cualquier posible diferencia, el diálogo exige comprensión. Y la comprensión necesita ponerse en el lugar, contexto y circunstancias del otro para, desde su situación y perspectiva mirar su pensamiento y su forma de ver el problema llevado al diálogo. No se trata de exponer lo que tú piensas y exigir que los otros lo acepten. No se trata de imponer tu forma de ver la situación y luchar para que los otros lo vean igual. Simplemente, se trata de buscar la verdad, si es posible entre lo que tú piensas y piensan los demás. Diríamos que eso es dialogar.

Tomás, la página del Evangelio que hoy tratamos de reflexionar y compartir con ustedes, potenciales lectores, trata de la visión de Tomás sobre la Resurrección de Jesús. Él no ha experimentado, todavía, el encuentro con el Resucitado y su experiencia es desilusionante. Lo ha visto morir indefenso, callado, sin tratar de defenderse y dispuesto a entregar su Vida por defender tu dignidad de persona, tus derechos a la vida, a la libertad, a la verdad y justicia, a la igualdad respecto a las oportunidades dentro de la justicia y verdad, a ser feliz y a vivir en paz.

Pero, él, Tomás, uno de sus discípulos, esperaba, posiblemente como también los demás, otro tipo de Señor. Un Señor con poder para imponer la verdad, hacer justicia y establecer un nuevo Reino donde él tendría un lugar destacado e importante. Quizás nos pase a nosotros algo parecido. Queremos una vida con libertad, con justicia y paz. Una vida sin problemas y, sí, con gozo y felicidad. Y, la experiencia que saboreamos es totalmente distinta. Se nos propone un camino igual al que ha recorrido y sufrido el Señor.

La única diferencia y el verdadero e importante matiz es la Resurrección. Esa que Tomás no quiere admitir hasta poder comprobarlo con sus dedos y manos. Y le llegó el momento. Sabemos cuál fue la reacción de Tomas - Jn 20,24-29 - pero, ¿sabemos cuál es nuestra reacción? ¿Tratamos nosotros de encontrarnos con el Señor, o exigimos ver para creer? Jesús termina diciendo que serán dichosos los que no han visto y han creído.