domingo, 9 de marzo de 2025

¡TENTACIONES!

Es evidente que la vida trae muchas tentaciones. Podríamos decir que la vida, de por sí, es ya una tentación a la esperanza y fe, o a la resignación caduca a este mundo y su contenido: poder, riqueza, placer, vanidad, venganza, odio, vanagloria, afanes …etc.

Jesús, Dios encarnado en Naturaleza Humana, no escapa a esas tentaciones. Su Naturaleza humana – aunque no herida por el pecado – está también sometida a la prueba de la tentación. El desierto representa ese camino donde Jesús es tentado por el demonio. Tentado a poner en las cosas materiales – tal es el pan – el objetivo y afán de su vida. A someterse – tras conseguir poder  -  a dejarse dominar por otro, o a la exigencia de exigir pruebas que afirmen la seguridad y el Amor Misericordioso del Padre.

También nosotros nos sentimos muy inclinados a esas tentaciones dejándonos arrastrar por una vida banal y superficial sometidas a las satisfacciones y pasiones. O inclinados al poder sobre los demás para satisfacer mis intereses y mi dominio. Y, por último, a la seguridad de exigir pruebas que demuestren que mi Padre del Cielo está ahí, me ama con infinita misericordia.

¿Cuántas veces nos hemos visto retratados en esas tentaciones? Posiblemente muchas, al menos yo lo confieso. Pero, es que además siguen vigente y en constante asedio, manifestándose de muchas formas y escondidas tras muchas apariencias y disfrazadas de verdad. De ahí la necesidad de mantenernos en guardia fortalecidos por los Sacramentos: reconciliación y Eucaristía.