viernes, 2 de noviembre de 2018

TENEMOS UNA MORADA RESERVADA

La muerte no tiene la última palabra y eso nos llena de esperanza. Y no tenemos que demostrarlo porque es Palabra de Dios. Nos lo ha dicho el Señor: "En la Casa de mi Padre hay muchas moradas; si no se los habría dicho, porque me voy a prepararles un lugar. Cuando vaya y les prepare un lugar, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy Yo estén también ustedes".

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Jn 14, 1-6
No es hermoso leer estas palabras llenas de esperanza y de gozo. Se ha acabado el miedo a la muerte. Somos hijos de Dios y, por la Muerte y Resurrección de su Hijo Jesús, seremos resucitado también nosotros y llevados a la Casa del Padre. Es Palabra y Promesa del Señor, que todo lo que dice lo cumple. Y hoy, día y conmemoración de todos los fieles difuntos, recordamos esa gran Promesa, que nos llena de esperanza y alegría, del Señor.

Hoy es un día para recordar todo lo que hicieron los que nos han precedido de bueno, y, también, todos sus sacrificios y buenas obras por amor. Hoy es un día para recordarlo y pedir por todos ellos poniéndolos en las Manos de Dios, que los devuelve a la vida por los méritos de su Hijo, nuestro Señor. Hoy es un día para dar gracias por todo el legado de testimonios y sabiduría que nos han dejado los que nos han precedido en el tiempo.

Y, finalmente, hoy es también un día para pedir por todos los que andan perdidos y desorientados por el mundo, sin rumbo y sin esperanza. Pedir para que levanten su mirada y orienten sus pasos tras el único y verdadero Salvador del mundo, Jesucristo, nuestro Señor. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.