jueves, 10 de junio de 2021

UN CORAZÓN HUMILDE

 

Es peligroso acostumbrarse a quedar instalados en la rutina que nos es cómoda y que no nos exige el reto de cada día de aventurarnos en crecer y aumentar nuestra fe. Acostumbrarse a ser bueno y a quedarse establecido en esa bondad es peligroso, porque nos estanca, nos instala en la mediocridad y nos impide avanzar. De tal modo que nuestro corazón, instalado cómodamente en una rutina establecida que, incluso, como ya hemos dicho, nos resulta cómoda.

Y ese es el peligro, instalarte casi sin darte cuenta e incluso sentirte satisfecho y convencido de ser un buen cristiano. Y en realidad lo somos, pero necesitamos caminar, avanzar y crecer en la fe. Y solo se crece en la medida que nos damos, nos entregamos y arriesgamos, digamos, nuestro amor. Porque, el camino exige perfección y la perfección se consigue con el trabajo diario.

La meta y objetivo del cristiano es la santidad y ese objetivo exige lucha contra ti mismo con el fin de despojarte de todo aquello que te impide  crecer. Ese es el camino que nos saca de la comodidad, del acomodo y del instalarnos exigiéndonos una constante reflexión de nuestras actitudes, pensamientos y relación con los demás. Porque, es en esa relación donde se pone a prueba tu amor, y es tu amor el que descubrirá tu fe en el Señor.

La lucha nos pide una actitud positiva y un pensamiento puro y sin malas intenciones que nos ayude a ir más allá de las apariencias, de los actos bajo la ley y de lo que se esconde en lo más profundo del corazón humano. Por tanto, seamos prudentes, bien intencionados y no ceñirnos de manera radical a la ley, sino mirar con ojos llenos de amor y de buena intención bondadosa para ver la bondad - valga la redundancia - de cada cual.