sábado, 8 de octubre de 2011

ENTREGADO A TU CONFIANZA

oración de petición

Dame, SEÑOR, la oportunidad de cambiar fe por confianza.
La fe puede enfriarse, enfermarse en la travesía de
mis propias dudas, pero mi confianza en
TI nunca debe bajar.

Porque TÚ eres mi bastión, mi fortaleza
y mi refugio y todas mis dudas
y problemas en TI tendrán
la oportunidad de
descansar.

Dame, DIOS mío, la perseverancia de no desfallecer
ni dejar de confiar en TI, porque nadie
tiene palabra como tu Palabra,
ni firmeza como la tienes TÚ.

Te pido, DIOS mío, paz, sabiduría y fortaleza
para nunca dejar de santificarte ni de
luchar por tu Reino. Ni tampoco
hacer mi voluntad
sino la TUYA.

Y no te pido sino lo necesario para, por mi condición
de humano caminar firme y decidido hacia TI.
Vacíame de todo aquello que no  necesito
y en su lugar lléname de TI,
para que mi corazón no
anhele nada más que
tu presencia y el
deseo de perdonar,
amando como TÚ
me amas,
a todos
mis hermanos.

Líbrame de todos aquellos peligros que el mundo
me pone en mi camino, y, lleno de TI,  hazme
fuerte y virtuoso para reflejándote poder
transmitirte y transparentar tu presencia
a todos aquellos que a mí
se acerquen. Amén.

BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN EN TI

 Lc 11, 27-28

Porque no hay otra dicha mayor que creer en la Vida Eterna y la felicidad Infinita. Y eso sólo se tiene si se cree en TI. Porque somos señalados como Bienaventurados y dichosos todos aquellos que creyendo en TI, guardan y cumplen tu Palabra.

Porque guardando y cumpliendo tu Palabra nos sentimos dichosos y felices a pesar de las contrariedades y contratiempos que padecemos en el cumplimiento. JESÚS no se cansa, y lo hace muchas veces, de repetirnos bienaventurados y dichosos... porque ÉL lo que quiere es eso, que seamos felices, dichosos, afortunados...

Somos bienaventurados cuando vivimos en la pobreza, en la humildad, en el servicio, en la compasión y misericordia; en la sencillez y en el hambre de sed de justicia y creemos y le seguimos sin haberle visto. Y bienaventurados y dichosos ahora, ya, en estos momentos que escribo esta reflexión, porque son estas actitudes y no otras como riquezas, poder, éxito fácil, prestigio, fama... las que nos darán felicidad.

Sólo el amor pobre y humilde del que todo lo espera en ÉL, con ÉL y por ÉL es la Fuente que nos da de beber la felicidad que ansiamos y buscamos. Es la felicidad que nace de la propia esencia de la vida, "el amor", y que nos hace vivir ya, desde aquí, en la esperanza de ser eternos

Gracias, SEÑOR, por estas Palabras de aliento, de dicha
y de felicidad que dedicas a tu Madre María.
Gracias, SEÑOR, porque lo importante no 
es tanto el privilegio de conocerte
sino la gracia de cumplir y
guardar tu Palabra. Amen.