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viernes, 16 de diciembre de 2011

LÁMPARA QUE ARDE Y ALUMBRA

(Jn 5,33-36). El mejor testimonio de Jesús no...

Bombillas con patas diría yo en otra reflexión (ver aquí), porque cuando realmente te encuentras con el SEÑOR, un signo de ese encuentro es la felicidad, felicidad que es el efecto de la paz y el gozo de vivir en su presencia y de tomar conciencia, a pesar de los abatares que la vida te depara, de estar salvado.

Porque lo que verdaderamente importa es la salvación... y está muy cerca de nosotros, hasta tal punto que pronto vamos a celebrar su venida. Lo hacemos todo los años, pero está con nosotros los 365 días que lo componen, día y noche, incluso hasta en los momentos de lo más profundo de nuestros sueños.

Y está tan cerca que la palpamos cada día en nuestra diaria vivencia con los que nos ha tocado vivir, sobre todo en nuestra familia, con nuestros seres más próximos, con nuestros compañeros de trabajo, amigos de los momentos de ocios...etc. 

Sólo se trata de alumbrar con nuestro testimonio, con nuestra conducta, con nuestra sencillez estando atento en las cosas pequeñas, simples, con alegría. A la larga se notará que la vida vale la pena vivirla en paz, en gozo, en alegría. Y eso es lo que todos buscamos, por eso se notará y terminaran preguntándote, ¡oye!, ¿qué haces para vivir así?

Sólo hay una respuesta: ¡Vivir la vida de la Gracia!

Que sepa, DIOS mío, ser antorcha en mi interior para
alumbrar, como Juan, la Luz que TÚ irradias
y testimonias según el PADRE te ha
enviado. Amén.

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿QUÉ SALISTEIS A VER EN EL DESIERTO?

(Lc 7,24-30)

¿Cómo es la realidad?, ¿acaso es hermosa, fácil, cómoda, siempre buena, misteriosa, dura, difícil, peligrosa, temerosa, enfermiza, sufrida, siempre mala, traicionera, dudosa...etc?

Creo que convergeremos en que hay de todo, y para todos. Nadie se salva de experimentar muchas de estas u otras cosas que, en algún momento de nuestras vidas se hacen presente. Bien sea a través de la alegría o del dolor. Todos nos alegramos pero también padecemos.

Necesitamos y deseamos ardientemente liberarnos de todo esto, y esperamos alcanzar el estado de estar siempre alegres, es decir, felices eternamente. Pero, ¿cómo lograrlo? Esa es la pregunta y la cuestión. No cabe duda que los efectos tienen sus causas, y la felicidad es el efecto que causa el haber encontrado la paz y la salvación.

Y eso no se encuentra en la vida fácil, en los palacios, en la comodidad que pueden dar las riquezas y el poder... Se encuentra en el desierto de nuestro propio yo, en lo más profundo de mi interior, en el pozo de lo más hondo de mi corazón. Allí está el secreto de elevar el agua a la superficie de mi vida e irradiar vida y alegría eterna.

No busquemos, pues, en las cosas la vida eterna. Miremos al desierto de nuestras penas y sacrificios, que están y tendrán que venir, porque, afortunadamente, en ellos se encuentra la vida y la felicidad eterna. Pero miremos sobre todo a JESÚS, es a ÉL a quien hay que buscar, buscarlo en la Cruz porque es ahí donde nos ha redimido y en donde encontraremos las fuerzas y el perdón.

No, SEÑOR, no te puedo encontrar en los palacios,
en las comodidades, en las riquezas ni en
la vida fácil. TÚ no naces ahí, porque
ahí no está la vida sino la 
muerte.

La semilla necesita pudrirse y morir en lo más 
profundo de la tierra, porque es ahí
donde dará los frutos que nos
dan la vida. Amén.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿ A QUIÉN ESPERAMOS?

Lucas 7, 19-23

Esa es la cuestión que subyace dentro de cualquier ser humano, ¿a quién esperamos, y qué esperamos? Porque es indudable que el ser humano piensa y espera algo, algo que de alguna forma está estrechamente relacionado con su felicidad y eternidad.

Y su felicidad pasa por liberarse de toda esclavitud que le ata y le somete, como pasiones, sufrimientos, enfermedades, discapacidades...etc., pero sobre todo de la inevitable muerte. Una muerte que lo condene a la desaparición, a la nada. Su felicidad anhela vivir en la alegría del gozo de la juventud eterna.

Por eso, JESÚS, a la pregunta de si es el enviado o hay que esperar a otro, responde con el testimonio de la evidencia que ven sus ojos: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».

Porque el hombre y la mujer esperan precisamente eso, vencer la muerte no por un tiempo sino para siempre. Y eso pasa por resucitar una vez terminada esta vida. De ahí nace la enorme preocupación que el hombre tiene por descubrir el origen de la creación del mundo. Quiere dar respuesta a sus orígenes y saber qué le espera y a dónde va.
Por eso, se hace hora de preguntarnos donde tengo puestas mis alegrías, porque según sean mis esperanzas, serán mis alegrías. JESÚS nos lo ofrece, no sólo de palabra sino con hechos, para que veamos y depositemos en ÉL nuestra confianza. ÉL siempre va a estar y nunca fallará.

Sé, SEÑOR, que en mi camino hay lagunas, tierras
movedizas, pantanos y muchos peligros, pero
sé también que tu Palabra es eterna
y nunca falla.

Dame la Gracia de confiar siempre en TI, y nunca
perderme en la desconfianza y en la duda
de esperar en otros u otras cosas 
la salvación que TÚ me
ofreces. Amén.

martes, 13 de diciembre de 2011

IMPORTA LOS DICTÁMENES DEL CORAZÓN

Mateo 21,28-32: Parábola de los dos hijos enviados a

Sí, porque de nada vale asentir y decir sí, si luego se niega o se hace lo que venga en ganas. Hoy contemplamos al padre que tiene dos hijos y dice al primero: «Hijo, vete hoy a trabajar en la viña» (Mt 21,28). Éste respondió: «‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue» (Mt 21,29). Al segundo le dijo lo mismo. Él le respondió: «Voy, señor»; pero no fue... (cf. Mt 21,30). Lo importante no es decir “sí”, sino “obrar”. Hay un adagio que afirma que «obras son amores y no buenas razones».

En otro momento, Jesús dará la doctrina que enseña esta parábola: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Como escribió san Agustín, «existen dos voluntades. Tu voluntad debe ser corregida para identificarse con la voluntad de Dios; y no la de Dios torcida para acomodarse a la tuya». En lengua catalana decimos que un niño “creu” (“cree”), cuando obedece: ¡cree!, es decir, identificamos la obediencia con la fe, con la confianza en lo que nos dicen ( Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España).

Estoy muy de acuerdo con esta reflexión del Rv. D. Lluciá, por muchas razones obvias, entre ellas porque sin la acción la palabra queda adulterada, falseada, y porque mi corazón me dice lo mismo, sino no vivo lo que digo, mejor callar. 

Para, primero identificarme con CRISTO, debo desidentificarme de todo aquello que me oprime, me esclaviza y me aparta de ÉL. Borrar toda huella que me contamine, que desate mi soberbia y desemboque en la ira, porque en ella estaré perdido y fuera de toda acción que me ayude a reconducirme y encontrarme con la verdad. Es lo que les sucedió a aquellos sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, fueron incapaces de aceptar la verdad y llenos de ira se alejaron de ella.

Entiendo, SEÑOR, que tengo necesidad de ser
como niño. Niño que rápidamente olvida
y empieza de nuevo. Niño que
perdona y es capaz de
recomenzar vacío
de todo impulso
de ira. Amén.

lunes, 12 de diciembre de 2011

DESCUBRIR LA MENTIRA

Mateo 21,23-27

Detrás de cada pregunta se esconde una búsqueda de la verdad o un disimulo de la misma, es decir, la mentira. Porque siempre hay una intención, y eso se descubre en la búsqueda. 

Cuando alguien trata de justificar su compromiso con una ruptura, posiblemente está buscando mentir y no ser fiel a ese compromiso. ¿Razones? Pueden ser muchas pero ninguna será valida ya que de lo que se trata es de escabullirse a la responsabilidad contraída. 

Porque cuando la decisión es en verdad, esa verdad sostiene la propia decisión y nunca dejará que el vínculo se rompa. Por eso, los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, buscaban la forma de justificar su mentira de no aceptar la Palabra y enseñanzas de JESÚS. Trataban de atraparlo y que no diese una respuesta firme y creíble.

Son las salidas por la tangente, las respuestas según mis intereses, las mentiras que se esconden en la demagogia de no rendirse a la evidencia que permanece en lo más profundo de nuestro corazón. Y se ven sorprendidos por la elegancia y astucia de Jesús que con una simple pregunta ha denunciado su hipocresía; les ha dado la verdad. Y la verdad siempre es incómoda, te hace tambalear.

Te pedimos, SEÑOR, que nos enciendas nuestras
mentes con la sabiduría de entender tu
Palabra, y la fortaleza de saber
transmitirla a todos los
que se abran a
ella. Amén.

domingo, 11 de diciembre de 2011

HAY RAZONES PARA ESTAR ALEGRES

Jn 1,6-8.19-28)

Hermanos: "Estén siempre alegres", dice san Pablo en la segunda lectura (1º Tesalonicenses) del Evangelio, y no es para menos, porque el experimentar estar salvado eternamente es motivo para permanecer alegres siempre.

Una alegría que no nace de la superficialidad que provoca una situación cómica y desemboca en una carcajada espontánea y gozosa, sino la alegría que se cuece en lo más profundo de nuestro corazón y nos llena de paz serena, equilibrada y amorosa. Y que nos inunda de amor y de libertad al sabernos libres y salvados de todo peligro.

La alegría de sabernos amados, protegidos, liberados de toda pérdida (parábola de la oveja perdida) y perdonados de todas nuestras miserias, limitaciones y pecados por la Misericordia de ese Niño que se prepara para que nacer en nuestros corazones. Abrirles las puertas de nuestro corazón es preparar su venida.

Juan Bautista nos propone eso, se identifica con la voz que proclama en el desierto y que nos invita a allanar nuestros caminos, a abajarnos y nivelarnos para equipararnos a la dignidad a la que somos llamados: "Hijos de DIOS".

Él no es la LUZ sino, simplemente, testigo de la LUZ. Detrás de mí, nos dice, viene Otro, al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Yo les bautizo con agua, pero ÉL les bautizará con fuego y ESPÍRITU.

Ser testigo, como nos dice Juan, implica conocer a Aquel de quien damos testimonio, porque no somos nosotros la verdad, sino que damos testigo de la Verdad, y para darlo necesitamos conocer y estar convencido de la Verdad. Por eso, Juan, porque estaba convencido daba testigo de la verdadera Verdad. ¿Estamos nosotros confiados en ÉL para dar testimonio de ÉL? ¿Le conocemos para verdaderamente proclamarlo?

Te pido, SEÑOR, paz, sabiduría y fortaleza, 
para, permaneciendo en TI, llevarte
y proclamarte a los demás
siendo tu testigo, 
como hizo Juan. Amén.

sábado, 10 de diciembre de 2011

LA CRUZ, SIN CRISTO, ES INSOPORTABLE

(Mt 17,10-13): Bajando Jesús del monte con...

No hay vida sin cruz, pero hay cruces sin CRISTO, que son insoportables. Los hombres que se quedan con y en este mundo no reconocen a los hombres de DIOS, están muy cegados por las ambiciones y tesoros mundanos para pararse y reconocer a quienes preparan su camino.

¡Muchas luces que encandilan, que deslumbran, que reflejan felicidad y alegrías inmediatas! Sin esperas, directas a ser sentidas, percibidas y gozadas, pero con etiquetas de caducidad, que vencidas desembocan en la destrucción, en el vacío y son arrojadas a la basura. Felicidad de apariencias y apoyada en arenas movedizas, que se hunden y desaparecen.

Sólo hay ojos y oídos para ver lo inmediato, lo placentero, lo que triunfa y dar poder y gozo. Todo lo que no sea eso pasa indiferente. No gusta renunciar a nada apetecible, y menos sacrificarse. La exigencia están para ser aprovechadas en beneficio propio, para nuestra propia ambición y avaricia. Nada en favor de los demás.
El camino es camino para nosotros, para nuestros proyectos y ambiciones. Una oposición que puede convertirse, incluso, en lucha y rechazo de nuestro Padre del Cielo.

Necesitamos descubrir el intenso amor que guía los designios de Dios hacia nosotros y, si somos consecuentes con la fe y la moral que Jesús nos revela, no han de extrañarnos los malos tratos, las difamaciones y las persecuciones. Ya que estar en el buen camino no nos evita las dificultades de la vida y Él, a pesar del sufrimiento, nos enseña a continuar.

Sabemos que la Cruz nos crucifica, pero al mismo
tiempo descubrimos que escondido en esa
crucifixión se esconde el gozo
que buscamos.

Danos, SEÑOR, la fortaleza de dejarnos crucificar,
en la otra cara de la Cruz, para que junto
a TI encontremos el Camino que nos
conduce a la verdadera
felicidad. Amén.

viernes, 9 de diciembre de 2011

¿POR QUÉ NO ABRIMOS LOS OJOS?

Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a ... (Mt 11,13-19)

Estamos ciegos y hasta sordos sometidos por nuestros egoísmos. Necesitamos enfrentarnos a nuestra avaricia y a nuestros autoengaños para darnos cuenta que en el desprendimiento de desidentificarnos de todo eso es donde podemos encontrar al SEÑOR.

Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). Jesús «es el Dios-que-viene» (Benedicto XVI) y nosotros parecemos "el hombre-que-se-va": «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).
 
Sólo cuando seamos capaces, sin miedos y en total confianza, de desapegarnos de todo lo que nos contamina e impide vaciarnos de apetencias y egoísmos, estaremos permitiendo que el Niño de Belén nazca en nuestro corazón.

Así de simple, pero así de difícil y duro. Porque se hace necesario un ejercicio de renuncias, de martirios, de luchas, de sacrificios, de entrega, de incomodidades, de todo aquello que nos apetece y nos instala en nuestras satisfacciones que fortalecen nuestra avaricia y nos pierden.

Posiblemente, por eso huimos, nos escondemos, lo rechazamos... No le dejamos nacer, y menos dentro de nosotros. ¡Qué nazca en otros, pero no en mí! Eso me conviene, para que sean otros los que me sirvan. Yo a lo mío, a vivir mi vida de acuerdo con mis apetencias.

Te pido, SEÑOR, desde lo más profundo
de mi corazón, que me des la
sabiduría y la fuerza de
desidentificarme de
todo aquello que
me impide
dejarte 
nacer en mí. Amén.

jueves, 8 de diciembre de 2011

LA ELEGIDA

Lc 1,26-38

María fue elegida, pero una elección que pasaba primero por su libre consentimiento. Decir "SÍ", o negarse a ello comportaba una decisión de la que todos nosotros dependíamos. Pudo rechazarla, pero afortunadamente no fue así. Acepto la elección y se sometió a la Voluntad del PADRE DIOS.

Por eso fue adornada de Inmaculada Gracia, libre de todo pecado y llena de Gracia. No podía ser menos. Estaba, por su "SÍ" llamada a ser la Madre de Aquel que venía para salvarnos. Y a una madre se le adorna de todo lo mejor.

Nuestro PADRE DIOS viendo nuestra osadía y rechazo, por amor, tuvo que ingeniárselas para acercarse a nosotros, y pensó desde el principio tomar nuestra misma carne, hacerse Hombre y venir a redimirnos de nuestros rechazos. Eso significó que María fuese la elegida para ser su Madre en la tierra y, dada la respuesta afirmativa, la llenó de su Gracia y Gloria. Bendita, pues, la Inmaculada Concepción.

La pregunta, para nosotros, se concreta en: ¿Somos nosotros también elegidos cómo lo fue María? Indudablemente que sí, pues nuestro PADRE DIOS nos ha hecho sus hijos y nos llama a todos a la salvación. No sólo nos ha elegido sino que también nos bendice, habla bien de cada uno de nosotros, a pesar de ser malos hijos. 

Sólo nos pide, cómo a María, responderle como ella y aceptar ser sus hijos, con humildad y dispuestos a aceptar su Voluntad. Por eso, nuestra Madre María es ejemplo y referencia para nosotros.

Ahora, tiempo de Adviento, es tiempo de preparación y de, cómo María, llenarnos de la Palabra de DIOS guardándola en nuestro corazón.

María, Madre de DIOS, enseñamos el camino
para, junto a ti, recorrerlo de la 
misma forma que tú lo has 
hecho, cumpliendo
su Voluntad. Amén.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

LA ESPERA SE HACE LARGA Y PESADA

Mateo 11, 28-30

¿A quién no?, toda espera es esperada con ansiedad, con deseos de que llegue, y eso cansa, fatiga y desespera en muchos momentos, cuando no, frustra. Son los momentos difíciles de nuestra vida y cuando nos autotraicionamos, dejar de hacer lo que en conciencia creemos debemos hacer, justificamos esa autotraición con mecanismos de defensa que nos pueden llevar a la frustración y, como consecuencia, la ira.

Sólo JESÚS nos puede liberar: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Hay que bajar a las profundidades de nuestro propio yo, porque en la superficie no nos encontraremos ni sabremos quienes somos ni a dónde vamos. Es, en el fondo de mi alma, donde puedo dar respuesta a mis primarios deseos y desindetificarme de ellos frenándolos y sometiéndolos al dominio de mi mismo.
Pero, nunca solos, sino acompañados e injertados en JESÚS, porque es ÉL la Mansedumbre y la humildad Infinita que nos puede contagiar y convertirnos en peregrinos esperanzados que apoyan su camino en su Fuerza, Misericordia y Amor.

La pobreza de mi ser, DIOS mío, necesita de
Ti. Lléname de la paciencia necesaria
para, descansados en TI, sea
fuerte, manso y humilde. Amén.

martes, 6 de diciembre de 2011

TODOS SOMOS PASTORES Y OVEJAS

Mateo 18,12-14.

Así le gustaba decirlo san José María Escriba, porque todos dependemos de todos. La salvación de muchos depende de pocos, porque son pocos los que se dejan encontrar. Por mucho que la Fuente se acerque y nos invite a beber, si no abrimos nuestra boca y tragamos el agua que salta a la vida eterna, nada se podrá hacer. Porque somos muy libres de beber o no beber.

No obstante, el Buen Pastor, JESÚS, estará siempre presto a buscarnos y a cargar con nosotros en sus hombros. No importa el por qué, ni las veces que hayamos abandonados el redil del Buen Pastor. ÉL siempre estará dispuesto, pues por eso ha entregado su vida.

Siempre, a pesar de que nos parece que el tiempo no nos da para más, hay momentos de ir en busca de nuestra oveja pérdida. Cuando dejamos de pensar en nosotros encontramos el espacio de dedicarnos unos momentos a otros. Y quizás ese momento es el que necesita para volver al redil del Buen Pastor. ¡Pensemos en ello!

¡SEÑOR!, igual que TÚ dejas todo y sales a
mi encuentro, dame las fuerzas y la 
entrega de yo también hacer,
injertado en TI, lo
mismo que TÚ
haces por
mí. Amén.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LA MUERTE ES INEVITABLE

Lucas 5,17-26

Y cuando digo la muerte es inevitable quiero significar que, aquí abajo, todo es caduco y tiene su fin. Nada prevalece sino la Palabra de DIOS. JESÚS viene a salvarnos, no de esta muerte aparente y transitoria que sólo es un pasaporte para la auténtica, sino de la muerte eterna que mata nuestros pecados.

Por eso, aprovechando la oportunidad que le brindan aquellos buenos amigos del paralitico enfermo, les adelanta la noticia de salvación eterna que ÉL trae: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados». 

Pero sabiendo la respuesta que los presentes guardaban en sus corazones, se descubre como el verdadero y único HIJO de DIOS con poder para perdonar los pecados de todos los hombres: «Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’».

 JESÚS quiere nuestra salvación total, pues de nada nos sirve que nos cure hoy para morir mañana. Todos aquellos que JESÚS curó y resucitó tuvieron que morir algún día, pues bien, de nada sirvió esa curación o resurrección si no han sido perdonados sus pecados. Y ese perdón sólo es dado por DIOS. 

Por eso nos llama a convertirnos, a reconocer nuestros pecados, nuestras humanidad tocada y pecadora. Ahora es tiempo de conversión, de esperanza, de salvación. Son momentos de volver nuestros corazones al SEÑOR y llenarnos de humildad.

Te pedimos JESÚS que nazcas no en 
un portal, sino en mi pobre
corazón, y me des
el calor y la 
Gracia 
de vivir tu Vida. Amén.

sábado, 3 de diciembre de 2011

LA TEMPORALIDAD DE LOS BIENES TERRENALES

Mt 9,35—10,1.6-8
Debería ser fácil mover a las personas hacia la inquietud de buscar el Reino de DIOS. Entre otras cosas porque queramos o no estamos hechos para caminar hacia allí. Sin embargo, la realidad es que no resulta nada fácil, es más, resulta enormemente difícil y complicado.

Hoy, festividad de San Francisco Javier, el Evangelio nos exhorta a proclamar el reino de los cielos: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».

Creo firmemente en esto, no porque sea fácil de creerlo, sino porque es Palabra de JESÚS, EL HIJO de DIOS hecho Hombre. Y si no lo hacemos es porque verdaderamente no estamos convencidos, o porque los planes del SEÑOR en estos momentos no van por ahí. Su Reino ya está consolidado en su Iglesia, toca ahora a los hombres creer en ella para encontrarlo. Verdaderamente en la Iglesia hay mucho de esto y se curan enfermos, resucitan muertos, purifican leprosos, expulsan demonios.

Sólo hay que abrir los ojos para advertir que esto sucede en el ámbito de nuestra Madre la Iglesia. Pero, como ocurrió con San Francisco Javier, basta el pararnos unos momentos y reflexionar sobre la temporalidad de los bienes y tesoros que podemos encontrar aquí abajo, reflexión a la que le indujo su amigo Iñigo de Loyola, para bastarnos el despertar nuestra sed y hambre de buscar al SEÑOR.

Nada de lo que aquí podamos encontrar satisfará nuestro ambicioso apetito, porque nuestra mayor ambición es alcanzar la felicidad eterna, y esa no se encuentra entre los tesoros de la tierra, sino que mora en DIOS nuestro PADRE y SEÑOR. Lograr que te pares un tiempo breve y reflexiones seriamente sobre esto, descubrirá lo ciegos que vas por el mundo.

Es esa la dificultad, lograr pararnos unos
momentos en nuestra vida y
reflexionar sobre el
camino que
buscamos.

¿Cómo decir esto a los hombres? No
sabemos y por eso, SEÑOR,
te pedimos hoy que
nos ilumines y
nos llenes 
de sabiduría.

Lo hacemos por intercesión de San Francisco
Javier, para que, como él, tengamos
la valentía de hablar a los
 hombres de TI. Amén.

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL CORAZÓN NO MIENTE

Mateo 9,27-31. Cuando Jesús salía de Cafarnaúm,

No basta con decir, sí, creemos, sino que realmente es el corazón quien no miente y dice la verdad. Se supone, con toda lógica, que aquellos dos ciegos fueron sinceros y realmente su fe era cierta y verdadera, porque JESÚS, al igual que más tarde con el buen ladrón, supo leer en lo más profundo de sus corazones y saber que decían verdad.

Eso nos deja atónito y confusos. Primero porque deja demostrado que cuando la fe es real y verdadera, todo es posible si el SEÑOR así lo decide. Y segundo porque descubre que nuestra fe no es firme y solida. Por eso, también nos cuesta trasmitirla y contagiarla, porque lo que no se tiene difícilmente se contagia.

SEÑOR, enciende nuestra fe y aumenta
nuestra confianza. Queremos creer
y vivir según tu estilo de vida,
amando y sirviendo por
amor. Amén.

martes, 29 de noviembre de 2011

AGRADECIDO ES SÓLO EL HUMILDE

Lucas 10,21-24. En aquel ...

Sólo aquel que es humilde es capaz de reconocerse agradecido, y, por supuesto, estar en la disponibilidad de sentirse en gratitud y de dar las gracias. Porque hay muchas maneras de dar las gracias, pero sólo una verdadera de sentirse agradecido.

Y esa es aquella donde se agradece el bien recibido. El arrogante y suficiente difícilmente darán gracias, al menos de forma auténtica, porque se cree con derecho de pertenencia y de recibir lo que tiene. Lo hace de forma aparente, pero nunca verdadera.

Hoy, la Palabra de DIOS, nos plantea esa actitud de sentirnos agradecidos. Lo hace JESÚS bendiciendo al PADRE: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños». 

Bendecir es dar gracias, y sólo lo hacen los humildes y pequeños, porque los inteligentes y sabios pasan de dar gracias, pues ellos se erigen en sus propios dioses y en dueños de todo lo que poseen. El mundo les pertenece y se experimentan como administradores del mismo. No necesitan de nadie, y menos de sentirse agradecidos. Así se explica como les va.

Te doy gracias, SEÑOR, por todo lo recibido, pero
sobre todo por el don de experimentar
tu presencia, tu Palabra y
tu Vida.

Es Ella la única que me da esperanza, que me mueve
a crecer como persona, a sentirme en
permanente gratitud, y a
vivir el gozo de
seguirte. Amén.

lunes, 28 de noviembre de 2011

CUANDO EL AMOR NOS MUEVE

Mateo 8,5-11. Al entrar en Cafarnaún, ...

Con más frecuencia que la que creemos, las personas mantenemos una actitud equivocada ante los acontecimientos y hechos de nuestra vida, más por ignorancia y desconocimiento que por mala intención. Y digo esto porque observo que cuando confundimos el criterio de lo que significa el concepto en cuestión, nuestro pensar y obrar es erróneo.

Hoy, como cada día, la Palabra de DIOS nos ilumina y nos clarifica nuestro peregrinar por este mundo lleno de peligros y trampas. Nos aclara y descubre el concepto, en este caso, del amor, porque amar no es ser romántico, ni cariñoso, ni enamorado, que siendo componentes que viven en el amor no son las partes que lo definen, sino que amor es ponerse en el lugar del otro, como nos enseña el Centurión, y, preocupado por él, cuidarse de atenderle y de buscar su bien.

Y eso, por amor, le lleva al encuentro con JESÚS, a considerar, confiar y, por supuesto, creer que JESÚS puede hacerlo. Y no se queda quieto, se pone en marcha y manda el mensaje a JESÚS. Más su sorpresa enciende toda su confianza en, sorprendido por la pronta respuesta y disponibilidad de JESÚS en acercarse a su casa, considera que no es digno de que, siendo él un pagano, entre en su casa, sino que una sola orden suya bastará para sanarlo.

Mirarse en JESÚS nos descubre, también, nuestra pequeñez y limitaciones, y viéndonos grandes respecto a nuestro poder de dar ordenes y gobernar, entendemos nuestra identidad de criatura al experimentar el Poder del SEÑOR. SEÑOR de la Vida y la Muerte. Pero, para eso se necesita humildad, mucha humildad, porque sin ella nuestra mirada queda nublada, a oscura. Esa es otra cara que hoy nos descubre y nos señala la Palabra. Ser humilde es un don que debemos pedir, porque sin él no podemos descubrir a JESÚS.

Hoy, amigos de la blogosfera, percibimos y experimentamos que creer y confiar en el SEÑOR es consecuencia de amar primero. Eso fue lo que experimentaron los apóstoles, primero conocieron al SEÑOR, y luego le amaron en la convivencia diaria con ÉL. Y, tras amarles, creyeron fielmente en su Palabra, para, luego, experimentar, por la Gracia del ESPÍRITU SANTO, que verdaderamente era el HIJO de DIOS Vivo.

Despierta en nosotros, SEÑOR, el don de tu Gracia, para
que, avivados por Ella encienda nuestros corazones,
y nos enamore confiadamente de tu Persona
para que, fijados en TI, te busquemos
como el Tesoro más preciado
de nuestra vida. Amén.

domingo, 27 de noviembre de 2011

EN ESTADO DE ALERTA Y ESPERANZA

MARCOS: 13, 33-37. “Por tanto, permaneced despiertos ...
Ver presentación

Sabemos por experiencia que cuando se consigue lo que se persigue se acaba un ciclo. Y, acabado este, empieza uno nuevo, pues ahí terminan nuestras esperanzas y necesitamos seguir manteniéndolas para vivir esperanzados.

La esperanza de alcanzar, lo que aquí nunca conseguiremos, nos invita a permanecer siempre en estado de alerta (ver aquí), despiertos e ilusionados en alcanzar un día lo que todos deseamos de forma ardiente y desesperada: "La vida eterna en plenitud". No buscamos otra cosa, y eso, sabido perfectamente por Quien nos creó, nos motiva y alienta a no desesperar, sino creer, sobre todo confiar, y permanecer en alerta vigilancia.

Más, ¿qué vigilancia? Vigilancia de vivirle y de, con nuestra vida, dar testimonio de su amor y corresponderle con su amor. Esa es la esencia de nuestra vida, para y por el amor hemos sido creado. De tal forma que, si no hacemos de nuestra vida un ideal de amar, sobre todo a quienes más nos cuesta, no estamos cumpliendo con nuestra actitud de permanecer en estado vigilante y de alerta.

Una vez más, la esencia de nuestra vida es el amor, y desde ahí no se entiende todo lo que sea desamor, y menos la muerte y destrucción humana de millones de niños vivos en el vientre de sus madres. Vigilantes es estar en permanente lucha para que el mundo sea cada día un poco más amor y menos desamor.

Necesitamos, SEÑOR, convertirnos cada día, hoy más
que ayer y menos que mañana, pero sólo no
sabremos hacerlo.

Necesitamos tu presencia viva en nosotros, no dormida
ni pasiva, sino activa, encendida, caliente y
ávida de quemar, de contagiar de
transmitir amor que busca
la vida y excluye
la muerte. Amén.

sábado, 26 de noviembre de 2011

TENER EL NORTE DE NUESTRA VIDA CLARO

Lucas 21,34-36

No cabe duda que cuando los objetivos están claros, nuestros pasos son también más seguros y más firmes. Porque cuando sabemos que tenemos que hacer, nadie nos quitará la intención de hacer lo que debemos. Así, nuestra meta es firme y sin titubeos a ella nos dirigimos,

Estamos en este mundo de paso. No pertenecemos a él, y nuestra vida, aquí abajo, tiene como finalidad alcanzar la vida verdadera y eterna en la presencia de DIOS. Esa es nuestra esperanza y nuestra meta. Y cuando esto está claro, nadie nos podrá separar de ello.

Es, pues necesario, tener los criterios claros y saber que nuestra mayor ambición, puestos a ser ambiciosos, es alcanzar la Casa del PADRE. Todo lo de aquí abajo se desvalora y sólo sirve como medios, no fin, para alcanzar lo verdadero y preciado. 

El mayor Tesoro de nuestra vida es la vida misma que nuestro PADRE DIOS nos ha dado. Y la esencia de la vida es el amor. Estemos, pues, atentos a que cuando nos llegue el momento de rendir cuentas no nos coja sin la cantidad de obras cargadas de amor que necesitamos para alcanzar la vida plena y eterna.

De nada nos sirve acaparar tesoros y riquezas
en esta vida, pues es una vida irreal,
que no existe. Lo único
verdadero y real
es la vida 
Eterna.

Pidamos al PADRE DIOS que nos de la sabiduría
de entender que lo importante es
vivir la Vida de la Gracia, 
y todo lo demás
son añadiduras. Amén.

viernes, 25 de noviembre de 2011

POR EL HUMO SE SABE DONDE...

Lucas 21,29-33

Sabemos, por nuestra razón, que todo efecto tiene su causa, y cuando vemos, como nos dice el Evangelio de hoy, que la higuera y todos los árboles echan brotes, suponemos que el verano está cerca.

De la misma forma, JESÚS nos pone esta comparación: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Conocemos las señales que preceden a la segunda venida del SEÑOR y, ellas, nos indicarán que el Reino de DIOS anda cerca. Por eso, el creyente no desespera ante los temores que el mundo, envuelto en tragedias y terror, nos presenta. Toda esta destrucción convertida en guerras, ambiciones, corrupción, degeneración, caos y perdición, no es sino el adelanto de que, al igual que el verano, el final anda cerca.

Por eso, SEÑOR JESÚS, te pedimos que nuestros
corazones no desesperen, y que apoyados
en TI, sepamos perseverar y
permanecer fieles a
tu Palabra. Amén.

jueves, 24 de noviembre de 2011

EN EL TERROR NACE LA ESPERANZA

(Lucas 21,20-28)

Cuando las cosas parecen tender a su fin; cuando los acontecimientos nos destrozan nuestras ilusiones, proyectos y esperanzas; cuando los temores y miedos se hacen presente ante la realidad de lo que sucede delante de nuestros propios ojos, para un creyente renace la esperanza del comienzo de la verdadera vida.

Y realmente todos los hombres esperamos eso. Nadie quiere terminar de esa forma. Todos anhelamos un mundo mejor, donde no hayan guerras, temores, terremotos, tragedias... sino paz y amor eterno. Pero solos aquellos que hayan puesto sus esperanzas en JESÚS tendrán la dicha de no desesperar, sino, al contrario, aguardar su segunda venida con la esperanza de empezar esa vida nueva y eterna en plenitud y en su presencia.

Este es el mensaje que hoy, la Palabra de DIOS, nos deja: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» (Lc 21,28). ¿No es esto lo que todos deseamos? Pues eso sólo lo ofrece JESÚS.

Te pedimos, SEÑOR, que nuestras mentes estén
encendidas y vigilantes sólo en TI. Que
nunca miremos para otro lado,
ni nos dejémonos
distraer por
las cosas
de este mundo. Amén.