Sucede con mucha
frecuencia que muchos no quieren oír hablar de la muerte. Menos de su muerte, y
esquivan ese tipo de conversaciones o reflexiones. De alguna manara tratan de mirar
para otro lado y vivir sin esa preocupación o, peor todavía, ignorando tal
acontecimiento.
Si hay algo seguro
es la hora de nuestra muerte. Eso está escrito en el corazón de cada persona,
y, quieras o no, llegará ese momento. Por lo tanto, lo más sensato y adecuado
es hacerle frente ahora, cuando todavía estás a tiempo, y prepararte para
cuando llegue ese momento. Porque, no sabemos ni el día ni la hora (Mt 24, 36-51).
Ni siquiera la de nuestra propia hora.
Conviene, pues, y
es lo más sensato estar preparado en cada momento de nuestra vida. Y eso tiene
que ver mucho con estar atento a la Palabra de Dios. Precisamente, en la de hoy
– Lc 21, 5-11 – nos señala como debemos comportarnos, escuchar y actuar. Y estar muy atentos a que nadie nos
engañe.
Es, por consiguiente, leer, reflexionar y estar muy atento a lo que la Palabra de Dios nos aconseja, nos dice y nos revela sobre la hora final de nuestro mundo y, también, para nuestra propia hora. Porque, sucede que quizás nosotros no veremos el final de este mundo, pero sí, seguro, nuestra hora final.