viernes, 26 de marzo de 2021

EL PROBLEMA ES SIEMPRE LA FE

 

Las obras que hace Jesús son pruebas fehacientes de su Divinidad y relación con su Padre. Solo el Hijo de Dios, tal y como Él se confiesa, puede hacer tales obras. Obras buenas, que siempre van para el bien y beneficio del hombre. Luego, cuál es la razón de que aquellos judíos quisieran apedrear a Jesús? Porque, objetivamente no hay razón ninguna para ello. Al contrario, razones para estar agradecidos y para hacerle un homenaje.

No hay otra razón que la falta de fe en su Palabra. Exigen pruebas, de acuerdo con sus ideas y razones, y signos, que, teniéndolos delante de sus propios ojos, no ven. Están ciegos y ofuzcados con sus razones, que nacen en unos corazones endurecidos y egoístas. Priorizan sus voluntades y, la de Dios, en la que ellos confiensan creer, está pospuesta ante el interés propio. Primero ellos y luego, si cabe, miran para Dios.

De cualquier manera, el problema continúa en nuestros días. Siempre ha estado presente. Nosotros no somos mejores ni buscamos que se haga su Voluntad. Priorizamos también la nuestra y tratamos de que coincida con la de Dios. De no ser así, nos arreglamos para demagogicamente rechazarla o hacerla coincidir con la nuestra. Lo importante - nos decimos - es hacer lo que nosostros consideramos prioritarios. Luego, ¿dónde está la Voluntad de Dios? No fue así el comportamiento de María y de José. Ellos pospusieron sus intereses  a los de Dios.

Señor, también yo me reconozco pecador y con una fe pequeña o casi a cero. Buscos razones para justificarme alegando que mis razones - valga la redundancia - son las que me convienen y las mejores. Lo que hago, Señor, es imponer mi voluntad. Luego, me doy cuenta que solo Tú puedes cambiar un corazón enfermo, pecador, incrédulo y endurecido, en un corazón de carne y nuevo.