domingo, 6 de marzo de 2022

CAMINO DE DESIERTO

 

No podrás librarte de la tentación nunca. La alternativa será luchar contra ella y no abandonarte nunca. El antídoto, por significarlo de una manera concreta, estar y permanecer unido al Espíritu Santo, recibido en el bautismo, y no desfallecer confiando en su Fortaleza y superioridad ante el Maligno. Jesús es la referencia para seguir, su resistencia a la tentación en el desierto nos marca el camino. Permanecer en el Señor nos garantiza la victoria, aunque eso suponga esfuerzo por nuestra parte. Por y para eso hemos sido creados libre, para responder de nuestros actos.

Hay momentos de tu vida en que te sientes más fuerte y seguro. Son momentos en los que te parece imposible sucumbir a las tentaciones que cada día se te presentan. Pero, no es así, la debilidad, el desfallecimiento y la tentación se presentan en el mismo momento. Cuando llega la duda, el desánimo y, por tanto, la flaqueza, aparece la tentación. Y, como ocurrió a Jesús en el desierto, al sentir hambre, el demonio aprovecha la ocasión para tentarle e indicarle el camino más cómodo y fácil, convertir unas piedras en pan. Nos ocurre también a nosotros a cada momento. Recurrimos al camino más cómodo y fácil para adecuar nuestra vida la comodidad – valga la redundancia – y no tener dificultades. Tratamos de evitar el esfuerzo, la superación y nos abandonamos en manos de otros. Y eso, quizás no siendo malo, es peligroso. Nos acostumbramos a ceder, a rendirnos, a acomodarnos y al placer. Y, cuando menos lo esperas, llega la tentación.

Tener siempre presente en nuestra vida a nuestro Padre Dios, y marcarnos nuestro camino junto y en Él, será siempre una fortaleza que nos ayude a resistir los embates del placer, de lo fácil, lo cómodo y de ponernos en manos del mundo, demonio y carne. Procuremos acompañarnos, sobre todo, en los momentos de más flaqueza, estar en la presencia del Señor y saber que con Él seremos siempre mayoría aplastante.