lunes, 8 de julio de 2024

LA VIDA EN MANOS DEL SEÑOR

Nada, aunque pase desapercibido a nuestra vista y conciencia, sucede sin que el Señor no lo sepa, no lo acepte o lo permita. Todo está supeditado a Él y en sus manos. Es Señor de la vida y la muerte, por tanto, puede darla y quitarla. Todo según su Bondad y Misericordia Infinita.

De ahí la fama y la consiguiente búsqueda de Jesús. Hoy, el evangelista Mateo va al grano directo y narra, con mucha más sobriedad que Marcos, la petición de aquel jefe de los judíos a Jesús para que salve a su hija de la muerte. También, la curación de aquella mujer hemorroisa al tocar el manto de Jesús.

Todos buscan a Jesús para que les cure. Algo así como si se tratara de alguien con un poder capaz de curar y hasta de resucitar. Sin embargo, Jesús no es ni ha venido para eso. Si bien, aprovecha esos milagros para ir dejando mensajes y anunciando la Buena Noticia para la que realmente ha venido: Su Padre nos quiere con locura y con una Misericordia Infinita. Y Él ha venido para llevarnos a su Padre. Por eso se hace Camino, Verdad y Vida.

Su misión es esa, despertar nuestra fe con su Palabra para ponernos en relación con su Padre, anunciándonos que Él ha venido para rescatar nuestra dignidad de hijos, perdida por el pecado entregando su vida. Y, para ello, se vale de estos momentos de suplica por enfermedad o muerte. Nunca para su propia gloria sino para despertar la fe en nosotros y llevarnos al Padre. Todo para gloria del Padre.