domingo, 1 de noviembre de 2020

SANTOS ANÓNIMOS

 

(Mt 5,1-12a
Sucede que sin darnos cuenta pasamos por delante de muchos santos que viven su santidad ahora todavía en la tierra. Son los santos que el Papa Francisco ha llamado de la puerta de al lado. Son los santos anónimos que nadie conoce como santos pero que nos dan ejemplo de buenas personas, de no vivir lo que el mundo les ofrece, la bienaventuranza de las riquezas, sino la de la pobreza de espíritu y la de los mansos de corazón ante la propuesta mundana de la bienaventuranza de los prepotentes.

Porque, santo es todo aquel que se empeña en seguir a Jesús de forma coherente y comprometida, a pesar de sus defectos, de sus caídas, de sus fallos, errores y, por supuesto pecados. Son aquellos que ante la seducción y bienaventuranza de la astucia y vividores que les propone el mundo, ellos dan la espalda y se esfuerzan en ser bienaventurados en la pureza y limpieza de corazón. Y, a pesar de que este camino no parece triunfante para el mundo y puede hacerte sufrir, llorar y padecer toda clase de calamidades, ellos, apoyados, confiados y esperanzados en Jesús, siguen con firmeza sus pasos.

Y la vida les da la razón, porque todas las aparentes bienaventuranzas falsas - espejismos de felicidad - se evaporan y se terminan. No llegan a ser ni plenas y sí, caducas. Sin embargo, las que siguen las propuestas por el camino que señala nuestro Señor Jesús son verdaderas y auténticas bienaventuranzas que llevan a la Vida Eterna y gozosa en plenitud. Sí, vivamos ese camino propuesto de bienaventuranzas de las que Jesús nos propone hoy en el Evangelio y felicitémonos porque hay muchos que ya las han seguido y gozan en el Cielo de verdadera y eterna felicidad. Y, otros muchos, caminan todavía junto a nosotros ese camino.