Mt 16,24-28 |
No se puede entender el amor sin sacrificios y renuncias. Porque, ¿qué es si no el amor? Un amor que no se sacrifique y que no renuncie no es amor. Porque, amar es buscar el bien del otro, y eso lleva implícito sacrificarte y renunciarte. Está muy visible en el amor de los padres respecto a sus hijos. Y cuando se excluye ese sacrificio o renuncia, se cae en un amor egoísta.
No puedes amarte a ti mismo, pues eso te llevaría a una satisfacción propia y egoísta, y excluye a los demás, que sólo te interesan en la medida de que te puedan servir. El amor lleva en su propia esencia el darte y buscar el bien del otro, y eso exige dolor, renuncia y sacrificio. Exige darte y entregarte; exige negación, tomar su propia cruz y seguir a Jesús.
Es el amor lo primero, y, por amor, luego viene la entrega, la renuncia y el sacrificio. Cuando te sacrificas primero, sin haber una llamada por amor, es un servicio, que no pasa de ahí, y no tiene valor. El sufrimiento no tiene valor en sí mismo, porque a nadie le gusta sufrir. Ni tampoco es bueno sufrir. Sólo se sufre por amor. Jesús no vino a sufrir por sufrir. No es un estoico ni le gusta ni manda el sufrimiento. Se sufre y se renuncia por amor. Esa es la clave. Jesús nos salva entregando su Vida por amor, no por el gusto de sufrir. Porque el hombre no ha sido creado para sufrir.
Cuando ayudamos a alguien, hay que ver primero en él al Señor, y por amor al Señor y al hermano, donde está el Señor, nos entregamos al servicio, a la renuncia o al sacrificio. Esa actitud nos ayudará a estar disponible y a superar todas nuestras desganas y tedios para entregarnos a la ayuda y al servicio al prójimo. De está forma, aunque para el mundo está perdiendo el tiempo, para Dios estás ganando la Vida Eterna, que es la primera, la única y la verdadera.
Los sufrimientos no son enviados por Dios. Dios no es sacrificio, sino Amor. Tener eso muy claro nos ayudará a tener claro que camino elegir. Luego, ¿por qué ocurren tragedias, guerras y... en este mundo? Sabemos que el hombre es el culpable y el que las genera. Pues, antes del pecado no era así. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?