lunes, 2 de agosto de 2021

UN CORAZÓN DISPONIBLE A COMPARTIR

 

Enterado de la muerta de Juan el Bautista, Jesús busca un lugar tranquilo y apartado donde descansar y, quizás, meditar la muerte de Juan, pero, la gente al saberlo le sigue y al desembarcar se encuentra Jesús con el gentío.  

Y lejos de mostrarse indiferente se compadece y curó a muchos enfermos. Más tarde los discípulos le dicen que despida a la gente pues, se hace tarde, para que vayan a las aldeas y compren de comer. Sin embargo, Jesús les responde: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer».

Una respuesta sorprendente pero que lleva implícito una preocupación que denota una preocupación por los problemas de los demás. Sobre todo por aquellos que tienen pocas posibilidades de solucionarlos y se siente impotentes ante la dificultad que se les presenta. Sabe que los apóstoles muy poco pueden hacer, pero quiere despertar en ellos esos sentimientos de solidaridad con los demás.

También nos enseña a pedir al Padre por todas nuestras necesidades y a confiar en su acción y providencia. Pero, sobre todo, a tener un corazón compasivo y misericordioso con las necesidades y problemas de los más pobres, limitados y excluidos. Nos enseña también a ponernos en disponibilidad de servicio según nuestras posibilidades y capacidades y a confiar en que Dios, nuestro Padre, está con nosotros.