La Palabra de
Jesús está avalada por el Padre. Jesús está plenamente unido al Padre, y su
testimonio le viene refrendado por el Padre. Es, precisamente el Padre quien
avala la Palabra del Hijo y su autoridad. Pero, sometidos por nuestros vicios,
soberbia y apetencias mundanas quedamos ciegos ante la verdad.
Sus miradas están
empañadas y en tinieblas por el endurecimiento de sus corazones. Quieren y
desean conocer a Jesús, pero no creen en su Palabra. Exigen luz, pero se
sumergen en tinieblas. Y es que cuando vivimos en las tinieblas, distorsionamos
la realidad, nos autoengañamos, para encontrar justificaciones a nuestros
afanes, vicios y dar respuesta a nuestra soberbia. E inevitablemente,
rechazamos al Señor.
Sólo desde una mirada limpia seremos capaces de apreciar la luz que viene de la Palabra de Jesús e ilumina nuestras vidas. Porque, sólo Él puede iluminar.