domingo, 15 de octubre de 2023

ESTÁS INVITADOS, AHORA, TÚ DECIDES

Esa es la Buena Noticia, «estamos invitados a vivir plenamente de gozo y felicidad eterna» Y esa invitación no se puede hacer más notable y manifiesta. Cada día la Iglesia la renueva y la expande por todas partes del mundo. En un mundo actual y globalizado será muy difícil no oírla o conocerla.

El Evangelio de hoy habla de esa invitación y Jesús, siguiendo su peculiar y hermoso estilo de anunciarlo, nos lo expone en una hermosa parábola: (Mt 22,1-14): En aquel tiempo, tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron…

Ahora, es tu responsabilidad leerla, meditarla y reflexionarla. Porque, solo tú podrás responder a esa invitación que te hace cada día. Y digo bien, «cada día» porque cada día se renueva y se hace Buena Noticia. Dios, tu Padre, sigue pacientemente llamándote e invitándote a ese Banquete eterno y tú tienes todo el tiempo de tu vida para responder. De ti dependerá.

Es posible, lo sabemos, que el mundo, demonio y carne están empeñados en engañarnos. Tiene mucho poder, más que cada uno de nosotros, y lo utilizar inteligentemente para confundirnos y seducirnos. Por otro lado, nuestra naturaleza, herida por el pecado, es débil y fácil de seducir. Nuestras inclinaciones naturales a la comodidad, egoísmo y satisfacciones se lo ponen muy fácil al mundo, demonio y carne. Solo hay una manera de vencer, estar injertado permanentemente en el Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo que ha venido a nosotros, para asistirnos, fortalecernos y ayudarnos, el día de nuestro Bautismo.

De ahí la gran importancia de ser bautizados. Revestirnos de ese nuevo vestido de la Gracia nos dará permiso para asistir a ese Banquete al que somos invitados. No podemos presentarnos allí de cualquier manera. Se hace necesario ir revestidos de la Gracia que nos da la fe, la aceptación humilde y contrita de la invitación a la reconciliación y, de manera especial, la Gracia del Bautismo. No perdamos la oportunidad de aceptar esa invitación de Vida Eterna.