jueves, 2 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (III).


No hay ninguna duda de que en la medida que nos vayamos tratando, nos iremos conociendo mejor. Y ese conocimiento nos llevará a una unión más intensa, más activa y más plena. Y, también, estarán todos de acuerdo que, ese estar integrado más plenamente nos llevará a dar frutos más plenos y cargado de bienes para todos.

Es, sin ninguna duda, la enseñanza que nos ha dejado JESÚS y el reto de hacer nosotros lo mismo si creemos en ÉL. Su misión en la tierra no fue sino responder a la Voluntad del PADRE, manifestándonos su Voluntad de Amor perdonante que le señaló. Porque el Amor de DIOS es un Amor que perdona, pues, sus hijos, le han rechazado, y ante tal rechazo, DIOS, responde con la muerte de su HIJO, para demostrarnos hasta que punto está dispuesto a perdonarnos.

Y nosotros, ciegos ante esta realidad, no entendemos el dar, sin un recibir. Tanto es así, que nuestro amor será amor mientras sea correspondido, más cuando en la otra orilla el amor profesado no nos puede dar, corremos el velo y buscamos otros amores. Eso, que en palabras puede resultar hasta difícil de entender, en la vida se nos descubre cotidianamente a nuestro alrededor.

Basta mirar y hurgar un poco, para entender las causas de todos los males que nos afectan y nos invaden: separaciones, abandonos, abortos, indiferencias, hedonismo, apetencias...etc. Esta mañana oía como un marido, 38 años, invadido por un cáncer de hígado, era abandonado por su mujer. La causa no hace falta descubrirla, todos la pueden imaginar, más aquel con el que ella ahora comparte su amor queda cegado, pues detrás de todo esto sólo hay egoísmo e intereses.

Y cuando esto vuelva a fallar, buscaremos a otro u otra. El problema: "la falta de amor". Y, al mismo tiempo que se abandona a la persona, no se abandona sus propiedades y todo aquello que podamos conseguir. En este caso concreto, ella lo dejó, pero no dejó su casa, que había sido donada por los padres de él. Su suegra, la madre del joven abandonado, que ya ha muerto, implora la Gracia del SEÑOR para poder perdonar, porque se hace muy cuesta arriba hacerlo.

Sin embargo, ésta es la lección. Nuestro PADRE DIOS nos ama perdonándonos, y como prueba de ello nos envía al HIJO, que nos ama hasta morir por nosotros. Y todavía espera la respuesta de muchos que siguen, a ejemplo de esa mujer antes citada, rechazándolo y no queriendo escucharle, ni seguirle. A pesar de todo eso, JESÚS le pida a su PADRE que nos siga esperando y perdonándonos.

¿No tendremos que, agarrados al SEÑOR, ¡nunca solos!, buscar la esperanza de llegar a perdonar como lo hace el SEÑOR con nosotros? Ese es el camino de conversión que tenemos que purificar, y sólo con un corazón como el de JESÚS podemos entenderlo y asumirlo. Cuando nuestros ojos se abren a esa realidad, todo, en XTO.JESÚS, lo podemos perdonar.