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Mt 25,1-13 |
Nuestro cuerpo necesita unos cuidados y también un buen uso. Las fiestas necesitan moderación, porque, de no ser así pueden resultar, en lugar de fiestas ser tristezas y pasarlo mal cuando terminen las fiestas. Queremos significar que, de nada nos vale divertirnos si luego lo pasamos mal. Y eso nos descubre que debemos tener cuidado con nuestros cuerpos y nuestras satisfacciones, controlándolos y evitando el desenfreno y la locura.
Para eso, debemos estar vigilantes y atentos a la lucha contra las malas costumbres y contra todos aquellos que nos tientan con la embriaguez y las excesivas satisfacciones que nos descontrolan y nos apartan de la buena conducta y de la Voluntad de Dios. Y eso nos exige cierto control y dominio de nosotros mismos, y de todo lo que debemos practicar y hacer. No sea que se nos apague la lámpara por falta de aceite.
Por eso, debemos ser responsables y medir bien todos nuestros pasos, usando nuestras cabezas y voluntad para dominarnos y controlarnos, pues la experiencia nos dice que detrás de la fiesta viene la calma y el esfuerzo diario. Y para ello debemos estar preparados, con nuestras lámparas provistas del suficiente aceite ,para alumbrar el camino que nos conduce a, eso sí, la Fiesta principal y plena, a la que nos convoca el Novio.
Una fiesta gozosa que nunca termina, porque con Él estaremos siempre gozando en plenitud y eternidad. Esa es la Fiesta para la que debemos guardarnos y cuidarnos. Y para la que debemos estar siempre vigilantes y en actitud orante y responsable.