Mt 5, 27-32 |
No se trata de mirar sino de que esa mirada lleve la intención de
hacerlo, de poseer con deleite y satisfacción. Basta con la
intención para que esa mirada sea motivo de pecado. Cometer adulterio no consiste
solo en hacerlo sino en desearlo. Basta con la intención y el deseo para que la
simple mirada sea constitutiva de pecado. Y eso cada cual lo sabe y lo intuye.
Y basta también con el rechazo y la lucha por no admitirlo para que seas
librado de caer en él.
—¿Estás de acuerdo, Pedro?
—De acuerdo, la simple
intención hace que el pecado, aunque no se haya realizado, se haya cometido.
Porque, así lo creo, la simple intención y el deseo de satisfacerte y desearlo hace
que hayas caído en el pecado. ¿Te parece?
—Sí, plenamente de acuerdo.
Estaba
claro, ambos amigos habían coincidido, la intención basta para que el pecado sea
cometido aunque el hecho o acto en sí no se haya consumido. Y es que del
corazón salen también todas las malas intenciones que manchan al hombre.