martes, 29 de septiembre de 2020

DESDE LO MÁS PROFUNDO DEL CORAZÓN HUMANO

 

Es de necio esconderse bajo las apariencias de mostrar lo que realmente no se es. Y es de necio porque, la necedad de obviar la realidad es doble necedad. Tarde o temprano la verdad emerge y tu realidad escondida bajo las apariencias te desnuda y te dejan en evidencia. Una evidencia mucha más dura que el mostrar lo que eres desde el primer instante de tu vida.

Repetidas veces, Jesús descubre esa necedad del hombre y habla de presentarse tal como se es, sin apariencias ni dobles intenciones. Parábolas como el fariseo y publicano - Lc 18, 9-14 - o como la de los dos hijos - Mt 21, 28-32 - y otras nos hablan de la apariencia del engaño y la doblez de nuestras profundas intenciones. No vale decir sí y luego hacer lo que te viene en gana. Mejor, aunque digas no primero, luego, después de acercarte y ver, responder con un sí verdadero y comprometido es coherencia y sentido común que hace justicia a la verdad.

Es el caso de Natanael, que en principio pensaba que de Nazaret no podía salir nada - Jn 1, 43-51 - tras acercarse a Jesús ve las cosas de otra manera y se da cuenta de que Jesús es el Hijo de Dios: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Y es que después de escuchar y ver, nuestro corazón percibe la realidad de forma limpia, auténtica y verdadera. Y se da cuenta donde está la Verdad. Esa Verdad que cambia tu corazón y le señala el camino por donde encontrará esa felicidad eterna buscada y anhelada.

Por otro lado, la experiencia de los ángeles nos muestran esa realidad de la que Jesús nos habla en el Evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre». Y digo experiencia porque en muchos momentos de nuestra vida hemos experimentado esa cercanía de Alguien que nos ha auxiliado, nos ha avisado, nos ha empujado a salir de aquel atolladero o peligro que nos amenazaba. El Ángel de la Guarda está siempre a nuestro lado y está para protegernos, auxiliarnos y mantenernos siempre en la esperanza de cumplir la Voluntad de Dios.