| Mt 2, 13-15. 19-23 |
Juan y Santiago eran dos
hermanos que valoraban mucho su familia. Y temían que los nuevos gobernadores
trataran de desestabilizarlas.
Temerosos de que eso sucediera,
trataron de pasar desapercibidos hasta tiempos mejores.
Manuel escuchaba
atentamente mientras buscaba en su Biblia la referencia que nos diera luz para
tomar el camino correcto.
En ese momento, se
levantó un tertuliano, decidido y convencido de lo que decía:
—En la familia —al menos
esa es mi experiencia— he aprendido a amar y ser amado, a dialogar, a
contemplar la realidad, a mirar por el bien de los demás, a servir sin llevar
cuentas.
Juan y Santiago cruzaron
sus miradas con gran regocijo y emocionados.
Entonces, Manuel, con su
Biblia en la mano, dijo:
—La Sagrada Familia,
compuesta por José, María y el Niño, es nuestra referencia más clara (Mt 2 o
relato de la infancia de Jesús). Mirándonos en ellos, aprendemos qué significa
ser hijo y ser hermano.
En ese momento, Juan y
Santiago se dieron un fuerte abrazo. Mientras,
Manuel seguía hablando:
—Es la escuela básica
del crecimiento humano, no conocemos ninguna mejor. Debemos felicitarnos por
nuestras familias y dar gracias por cada una de las personas que forman parte
de ella, porque de todas aprendemos.
Todos se sentían
reconfortados, animados y llenos de gozo y esperanza. Los dos hermanos, Juan y
Santiago, dejaron escapar, bajo su emoción, unas lágrimas que expresaban su
felicidad.
Nuestra familia es también sagrada. Familia sagrada donde Dios habita, visita y acompaña.