domingo, 19 de enero de 2020

CORDERO DE DIOS

Resultado de imagen de Jn 1,29-34
Jn 1,29-34
Cuando Juan dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29), se refería a que Jesús es quien nos va a liberar del pecado del mundo. Porque, el pueblo de Israel que tiene muy presente aquel cordero que comieron con pan ácimo cuando salieron de Egipto - Ex 12 - y fueron liberados de la esclavitud egipcia tenía que ser un cordero perfecto,  ahora, Juan el bautista lo señala como el Cordero que nos liberara del pecado del mundo. 

Un mundo de injusticia, de poder, de riqueza y sometimiento que nos sumerge a todos en el pecado. Un mundo que todos queremos mejorar y que viva en la justicia, la verdad y en paz. Un mundo del que el Cordero de Dios nos libera contando con nuestra libertad y aceptación. Un mundo de amor, justicia y paz. Para eso ha venido Jesús, para salvarnos del pecado y darnos la libertad de la vida eterna.

Jesús es el Cordero de Dios, un Cordero manso, bondadoso, humilde, frágil, no violento y signo de paz y de fraternidad. Son los atributos del signo del cordero llevado al matadero sin rechistar, y todo por amor a los hombres. Al mismo tiempo, Jesús es signo de contradicción por aquellos que esperan un Mesías fuerte, poderoso a los que su Misericordia les escandaliza; a quienes conceptúan a Dios en una moral de preceptos y de normas de cumplimiento.

Dios no es nada de eso. Dios es, por encima de todo un Dios que busca liberarnos por amor y proclama que en el mundo haya verdad y justicia. Por eso y para eso ha venido, para liberarnos del pecado del mundo.