jueves, 17 de octubre de 2019

RELIGIOSIDAD Y PRIVILEGIOS

Imagen relacionada
Lc 11,47-54
Es una inclinación, a la que no podemos escapar, experimentar esa atracción a ser admirados y ocupar puestos de relevancia desde donde mandar e imponer mis criterios o verdades mezcladas con mis egoísmos. Y muchas veces no nos damos cuenta o no queremos enterarnos ya que, al sentirnos bien, nos molesta y nos cuestiona cambiar de vida.

Jesús con su Palabra nos cuestiona esa vida instalada en la comodidad y centrada en nosotros mismos. Incluso sentirnos con ciertos privilegios y derechos al considerarnos el pueblo elegido. El gran error será nuestros ojos a otras realidades y no escuchar otras veces por creer que sólo la mía es la verdad y sentirme inamovible y bien con ella.

Jesús nos propone un camino nuevo. Un camino donde el centro no soy yo, sino la atención y el servicio al otro por el único y válido vehículo conductor, el amor. Y me pregunto, ¿cuándo voy a cambiar a esa actitud de vida? ¿Cuándo voy a dejarme llevar por la acción del Espíritu Santo que me señala el camino a seguir? Quizás no le escucho con la debida y paciente atención. O, quizás, con el ruido producido en mi interior producto de mi egoísmo no le entiendo ni percibo su voz. ¿Dónde estoy o dónde tengo mi corazón? Pero, sobre todo, ¿soy yo muralla que impide pasar la luz para otros?

¿De verdad, me planteo y quiero cambiar el rumbo de mi vida? Supongo que mi primer paso debe consistir en abrir mi corazón y dejarme llevar, por la acción del Espíritu Santo, a su ritmo y según donde Él quiera que actúe en el Nombre del Señor y según su Voluntad.