viernes, 2 de agosto de 2019

UN NUEVO AMANECER CADA DÍA

Imagen relacionada
Mt 13,54-58
El problema de la rutina es vivir cada día siguiendo las pautas del anterior. Es decir, vivir de una forma sistemática considerando cada día como un capítulo siguiente del anterior. O mirando el hoy como continuidad del ayer y vivir anclado en el pasado de forma rutinaria y sistemática apoyado en unas prácticas religiosas fundamentadas en cumplimientos establecidos por la ley y la doctrina.

Sería un gran error empezar cada día como continuidad del anterior, porque eso convierte nuestra vida en una rutina. Confieso que así he vivido mucho tiempo y, sin darme cuenta, te instalas en esa rutina que se te cuela de manera invisible y de forma cómoda. Se hace necesario romperla y salirse de ella buscando nuevas tierras prometidas. Y cuando hablo de salir quiero significar la actitud de buscar cada día una nueva vida y un nuevo reto ante la Palabra de Dios que te interpela y te llama.

Hoy, por ejemplo, el Señor nos advierte del cansancio del camino que puede afectarnos revestiéndonos de una indiferencia irreconocible e irreconciderada respecto a nuestros ambientes y círculos familias, sociales y próximos. Se nos señala y marca por nuestros orígenes y no por lo que somos y decimos en estos momentos. Se nos sitúa atendiendo y mirando nuestro pasado y no por el presente. Se nos juzga y valoriza no por lo que hacemos y decimos ahora y hoy, sino por lo que hemos sido y hecho ayer.

¿Acaso no es cada día un nuevo día, valga la redundancia? ¿Acaso no actúa la Gracia d Dios cuando y donde quiere? Empezar cada día desde cero es volver a nacer de nuevo cada amanecer, y hacerlo injertado y desde el Espíritu de Dios. Un Espíritu Santo que hemos recibido el día de nuestro bautismo.