sábado, 1 de marzo de 2025

A SU PROPIA IMAGEN

Cuando era niño disfrutaba con los cuentos que, de niño, me contaron y pude leer: Pinocho, Blanca Nieve y lo siete enanitos, Caperucita Roja, los tres cerditos, Pulgarcito, El gato con botas …etc. De niño nuestra mente y corazón está abierto a todo, y nuestra ilusión desborda, es ingenua capaz de soñar y abrirse a todas las posibilidades. Nada hay imposible y recibida la palabra del cuenta cuento, nuestra fe es absoluta.

Esa es precisamente lo que nos dice Jesús en el Evangelio de hoy. Tenemos que ser como niños para entrar en el Reino de Dios. Y, tenemos que serlo porque el Misterio de Dios no está al alcance del hombre sino cuando Dios quiera y se presente delante de él. A nosotros nos toca abrir nuestro corazón de niño, ilusionarnos, responder con generosidad y entrega y soñar con la Bondad y Misericordia de un Padre Bueno y Misericordioso.

Eso sí, nos ha dejado huellas, incluso su Rostro, en su Hijo unigénito y enviado, nuestro Señor Jesucristo, a anunciarnos su Amor Misericordioso y su camino de salvación. Dios es nuestro Padre y sólo manteniendo una actitud limpia, confiada, inocente y abierta como la de un niño, podemos entrar en el Reino de los Cielos.

¿Qué sucede? Que endurecemos nuestros corazones, exigimos pruebas, demostraciones y toda garantía para creer y fiarnos. Y es que si eso sucede, ¿haría falta la fe y la Pasión de nuestro Señor? ¡Por supuesto que no! Por tano, seamos como niños y fiémonos de nuestro Padre Dios. Un Padre siempre quiere lo mejor para sus hijos.