jueves, 22 de abril de 2021

LA FE COMPARTIDA, NO SOLO SE FORTALECE SINO QUE AUMENTA

 

Mantenerse en forma exige disciplina y ejercicios. Exige tener activo el cuerpo y ejercitarlo en las respectivas partes específicas propias de la modalidad deportiva o del objetivo a realizar. De la misma forma, le fe exige compromiso, cercanía y riesgo. El compromiso de perseverar e insistir a pesar de que tus sentimientos sean otros o no comprendas nada.

 Precisamente, por eso se llama fe. Estar cerca de la Palabra - el Señor - y escucharla atentamente, reflexionarla y meditarla. Y, por último, el riesgo de sostenerte fiel, cercano y obediente en el seguimiento de su Palabra a pesar de las dificultades y obstáculos que tratan de tentarte y desviarte del camino.

Siempre sucederá y confortará el compartir la fe. Porque, la fe compartida, no solamente se fortalece sino que aumenta y crece. En la medida que perseveras en tu acercamiento al Señor, tu fe se va asentando y germinando en tu corazón. Es un don de Dios y solo junto y cerca de Él lo podrás recibir. Seguirle, arrimarse a Él y seguir sus pasos es sinónimo de pedírsela. Y no mires ni des respuesta a tus dudas - que siempre te acompañarán - ni tampoco a tus sentimientos que siempre estarán deseosos de satisfacer sus apetencias y pasiones.

Seguir, libremente y por voluntad propia, es la consigna y la prueba de que quieres recibir esa fe - don gratuito - que nos viene de la mano de Dios y que nos da gratuitamente en la medida que la pedimos y la deseamos. Y la verdadera y única manera de hacerlo es siguiéndole y perseverando, a pesar de nuestros pecados, en su Palabra. Porque, Él es el Pan de Vida Eterna que nos fortalece y nos da las fuerzas para perseverar y resistir todas esas tentaciones que amenazan nuestro camino y seguimiento al Señor. 

Y así nos lo dice Jesús: Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.