lunes, 6 de enero de 2020

¿HAS VISTO TÚ TU ESTRELLA?

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Mt 2,1-12
Posiblemente tu vida esté también llena de estrellas. Algunas más importantes que otras, pero estrellas. Quizás has considerado que muchas no son importantes y ni siquiera las has visto. Han pasado por tu vida como algo pasajero y sin apenas advertirlas, sin embargo, otras si han sido importantes, o, al menos, tú les has dado mucha importancia. 

Los Magos se tomaron muy en serio esa estrella que les anunciaba algo grande y misterioso y se movieron para encontrar al Niño Dios. Quizás a ti no te ha llamado la atención ese amigo que trata de decirte que en la vida hay algo trascendente y muy importante, que hemos sido creados para amar no un rato sino para siempre y para ser felices. Esa estrella, al parecer, no es la que tú buscabas. Y de la misma manera se te han presentado otras estrellas que tú no has escuchado ni atendido.

Igual sigues buscando tu estrella, pero buscas en un cielo equivocado. La estrella que yo te anuncio en esta humilde reflexión y en este blog es la Estrella con mayúscula. Es la Estrella que nos Salva y que nos anuncia la Buena Noticia de Salvación. Es la Estrella que nos lleva al encuentro con ese Niño Dios que ha nacido y que ha venido para liberarnos del pecado. A ti y a mí, y se nos presenta cada día en las cosas pequeñas de nuestro acontecer diario. 

Quizás en la mirada de alguien que te acoge; en la sonrisa de una persona que quiere ayudarte o servirte, o en alguien que simplemente te dice que amar es lo más grande que hay y que es en el amor donde está la verdadera felicidad. Un amor capaz de renunciar a sí mismo para darse por el bien de los demás. Por todo ello, conviene estar atento a las estrellas que pueden ir apareciendo en tu vida, porque ellas te pueden, como a los reyes Magos, llevar al encuentro con el Niño Dios.