viernes, 17 de enero de 2020

LA SEMILLA DE LA DUDA

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Mc 2,1-12
En muchos momentos de nuestra vida la duda se despierta, posiblemente, por muchas causas o motivos, y se levanta y nos cuestiona. En algunas circunstancias es causa de la envidia; en otras del acomodamiento en el que estamos instalados; en otras la ambición de poder, las seguridades u otras más. El caso es que, a pesar de la admiración y asombro y la compasión misericordiosa de Jesús, el hombre, que vive atada a la Ley la antepone a la dignidad de la persona y se resiste al poder de Dios y su Infinita Misericordia.

Jesús es todo Misericordia y su lógica no es preceptual - del la palabra de cada día, camino, verdad y vida de San Pablo - sino amorosa y entrañable. Es el amor lo que regula su relación con el hombre, porque, por amor se ha encarnado y, por amor, voluntariamente, Él lo ha amado primero y ha dado el primer paso para ofrecerle la salvación eterna.

Jesús propone, no impone, y eso descubre y significa que respeta, por encima de todo,  la Ley y la libertad del hombre. Las Obras de Jesús - milagros - no buscan seducir ni imponer la aceptación de su anuncio, sino dar signos y señales de su Poder y testimonio, sobre todo, de su Amor. Siempre respetando la libertad del hombre. De ahí, pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá - Mt 7, 7 -. La libertad del hombre será la que decida en última instancia.

Eres libres para presentar tus parálisis al Señor, y eres libres para pensar que, tanto tus pecados como tus parálisis Él puede perdonarlos y sanarlas. Sólo es cuestión que lo busques y te dejes encontrar con Él, porque es Él, quedarás sorprendido, quien te espera y te tiende sus brazos.