Lc 10, 1-9 |
No vamos en plan autosuficientes, todo lo
contrario, necesitados, pero también dispuestos a dar y darnos. Llevamos la
Palabra del Señor y, en ella, la salvación eterna. Proclamamos la Buena
Noticia, y lo hacemos con una actitud inerte, limpia, humilde y cargada de amor
y misericordia. Como corderos entre lobos, desprovisto de toda seguridad, sin
bolsa, alforja, sandalias ni saludos por el camino. La seguridad está y nace
del envío: El Señor, y en Él nos apoyamos y nos sentimos protegidos.
—¿No crees, Manuel, que la tarea es difícil y
complicada
—Me atrevería a decir, más que difícil, imposible.
Imposible para nosotros en un mundo hostil, ególatra, inclinado al placer, a la
buena vida e interesado en el poder y la riqueza. Pero, no es cosa nuestra,
sino de Dios. Nosotros somos simples enviados en su nombre, y eso nos basta.
—De acuerdo, pero, ¿y si somos rechazados? ¿Qué
hacemos?
—El Señor nos deja claro ese tema cuando nos dice: Cuando
entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo
de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre
vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’. —Proponemos,
no obligamos, y cada cual será libre para escoger lo mejor.
—Sí, pero lo mejor es la Palabra del Señor. ¿No te
parece?
—¡Y tanto!, claro, si preguntamos a la gente si
quieren ser feliz. ¿Qué piensas que contestarían?
—Responderán que sí, pues todos buscamos la
felicidad.
—Esa es la clave y la diferencia. Muchos piensan que
la felicidad esta en el mundo, en el poder y la riqueza. Y se equivocan, ese es
el pecado. La elección dependerá de donde busque y creas que está la felicidad.
Dios, la propone, y nos envía a nosotros a proponerla. Ahora, la respuesta no
es nuestra responsabilidad. Eso sí, nuestro testimonio sí, pues nuestra vida
debe ser coherente con lo que proclamamos y proponemos en nombre del Señor.
Ahora, ustedes, queridos posibles lectores, y hermanos virtuales en la fe, ¿cómo lo ven? ¿Tienen alguna opinión al respecto? ¿Están de acuerdo con Pedro y Manuel.