lunes, 26 de junio de 2023

MÁS PENDIENTE DE LA PEQUEÑA FALTA DEL OTRO QUE DE LA NOTABLE MÍA

Es algo innato y adherido a nuestra herida naturaleza humana. Nos fijamos más en las pequeñas debilidades y faltas de los otros que en las grandes y propias nuestras. Y, pienso, es algo innato que viene añadido a nuestra condición humana. Si no a todos, si a casi todos. Siempre sentimos y apreciamos más las faltas del que tenemos enfrente que las nuestras propias. ¿A qué es debido?

Desde mi humilde opinión pienso que al pecado. Ese pecado de orgullo, de prepotencia, de envidia, de deseos de sentirnos más que otros, de verme mejor que los otros … etc. Nos resulta más fácil y gozoso descubrir la mota en el ojo ajeno que la viga en el nuestro. No creo que haga falta decirlo con mis torpes palabras, mejor que el Señor nadie lo puede decir: (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que…

Conviene tener muy en cuenta lo que nos advierte el Señor: «con el juicio que juzguemos seremos nosotros juzgados». Tener muy presente ese pensamiento en nuestra mente y corazón nos ayudará grandemente a no atrevernos a juzgar, a moderar nuestros juicios y a ser prudentes para que cuando nos toque a nosotros seamos también medidos con esa misericordia infinita de nuestro Padre Dios.

Por tanto, seamos misericordiosos porque de esa manera garantizamos, Palabra de Dios, que nuestro Padre Dios, cuya Misericordia es Infinita, la tenga también con nosotros.