miércoles, 18 de mayo de 2022

PERMANECER ES LA CLAVE



Todo fruto exige una permanencia y constancia. Nada es fruto de un día. Amar exige permanecer en el Amor. Dios, nuestro Padre, es Amor y, en la medida que permanecemos en Él, permanecemos en el Amor. Junto a Él nos alimentaremos de su Cuerpo y su Sangre, y esa savia nos dará fortaleza y misericordia para amar como Él nos ama. De esa manera permaneceremos en Él.

Permanecer injertados a la Vid tendremos siempre vida. De ahí la importancia y la insistencia del grito de «permanencia» En el Evangelio de hoy se repite siete veces el verbo permanecer señalando la importancia fundamental que tiene. Nuestros frutos vendrán dependiendo de nuestra permanencia en el Señor. Es de vital importancia estar unido, injertado al Señor. Es de suma importancia alimentarnos, al ser posible, cada día del Alimento que nos da la Vida Eterna y transforma nuestro corazón, nuestra mirada y nuestro ser y obrar en este mundo.

Porque, los frutos, no son obras concretas que podamos realizar. No se trata de eso, sino de mirar a los demás, al hombre y a la mujer, con los mismos ojos que mira Jesús, el Señor. Una mirada con ojos llenos de amor, de comprensión, de humildad, de bondad, de servicio y suavidad. Una mirada abierta a la misericordia como Misericordiosamente es Jesús con nosotros. De eso se trata, de vivir esa permanencia de amor misericordioso cada día de nuestra vida. Entonces podemos decir que, al menos, tratamos y nos esforzamos en permanecer en el Señor. Y, Él, el Señor, permanecerá en nosotros.