lunes, 28 de noviembre de 2022

¡SEÑOR, QUIERO ABRIRTE MI CORAZÓN PARA QUE SEAS TÚ, QUE ME BUSCAS, QUIEN ME ENCUENTRE!

El título de esta humilde reflexión lo dice todo. Mientras sea yo quien trate de encontrar al Señor corro el peligro de que sea el Señor que yo quiero encontrar y lo adapte a mis gustos, a mis intereses y conveniencias. Y eso sería lo mismo que no encontrarlo. ¡Nada de eso!, hoy quiero suplicarte, Señor, que lo que quiero es dejarme encontrar por Ti. Que seas Tú, Señor, mi Señor, y que mi vida gire en torno a tu Palabra y deseos.

Quiero, Señor, hacer tu Voluntad y no la mía. Pero, sabes quien soy y lo débil y caprichoso que soy. Me seduce este mundo, poder, dinero, riqueza, placeres, fama y…etc. Y Tú me pides otra cosa: Amor. Amor con los más pobres y necesitados, y eso me exige darme y dar, compartir y acompañar, sufrir y llorar con ellos. Y, también sabes, Señor, que eso no me gusta y que me exige mucho esfuerzo. Por eso me gusta más encontrarte yo que dejare encontrar por Ti.

Pero, como aquel centurión, Señor, yo quiero hoy pedirte, en contra de mi voluntad, que me des la fe de dejarme encontrar por Ti y de dejarme guiar, a pesar de mis debilidades y resistencia, por tu Voluntad. Porque, es esa Voluntad la que me conviene y la que me hará bienaventurado y dichoso. Ya me lo dijiste en aquel hermoso sermón de la montaña. Y hoy, a través del centurión me lo recuerdas. Quítame el miedo y aumenta mi fe para abandonarme en tus brazos y dejarme encontrar y guiar por Ti.

Gracias, Dios mío, porque sé que me escuchas y que lo harás. Dame fuerza y sabiduría para no arrepentirme y ponerme siempre en tus brazos.