El hombre no acepta que Dios
sea su respuesta y salvación a todos sus interrogantes. Y lo digo porque la
experiencia me lo demuestra. He hablado con muchos que se niegan a reconocer la
existencia de un Dios Padre Misericordioso que ha enviado a su Hijo para
liberación y salvación de este mundo.
El compromiso de aceptar a
Dios y su Voluntad les asusta y les ensoberbece. Sucede lo mismo que, en tiempo
de Jesús, sus propios contemporáneos, le rechazaron y negaron. Se rebelan
contra su propia esencia: Amar. Porque, quieras o no, tu felicidad está en el
amor, y mientras no ames como te ama Dios, tu vida estará marcada por la
infelicidad y desesperación. Y esa será la herencia que recibirás.
Todo es muy simple, pero, al
mismo tiempo muy complicado. El pecado venda tus ojos y endurece tu corazón, y
se resiste a creer lo que Jesús, el Hijo de Dios te dice: (Jn 6,30-35): En aquel
tiempo, la gente … «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá
hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».
Sin embargo, desde la hora
de tu bautismo tienes la asistencia del Espíritu Santo que está a la espera de
que le dejes actuar para iluminarte y creas en la Palabra de nuestro Señor
Jesús.