lunes, 13 de agosto de 2012

NO ESTAMOS SOLOS

 - Mateo 17, 22-27. Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El ...

porque nos ocurre que cuando emprendemos cualquier acto de nuestra vida nos comportamos como si de nosotros dependiéramos. Y en consecuencia nos alegramos o entristecemos según los resultados. A veces, ese temor a angustiarnos nos paraliza y nos impide actuar. Nos llenamos de inseguridad y de miedos.

Y sin darnos cuenta vivimos angustiados, temerosos de que nuestros actos no sucedan como a nosotros nos gustaría. Perdemos la alegría y contagiamos de nuestra tristeza y angustia e inseguridad. Diríamos que no merece la pena vivir cristianamente porque parecemos tristes cristianos.

¿No nos ocurrirá que actuamos como si Jesús no existiese? ¿No será que excluimos a Jesús de nuestra vida y actos cómo si Él nada tuviera que ver? ¿Será que queremos pagar nuestros impuestos con nuestro solo esfuerzo? Supongo que cuando actuamos así todo ocurre como observamos a nuestro alrededor. Al final nos invade la tristeza y la angustia.

Jesús es nuestro amigo, y un amigo está para hacer compañía y servirnos en aquellas necesidades que no podemos conseguir. Y Jesús es nuestro mejor amigo. Un amigo fiel, que nos quiere hasta el punto de morir por nosotros.

Un amigo que se preocupa por tus necesidades, tus apuros y tu bien. Un amigo que comparte su vida contigo y te habla cara a cara con honestidad, en verdad y justicia. Un amigo que descubre sus intenciones y su compromiso hasta el punto de compartir lo que le va a ocurrir para que no te coja por sorpresa y para que no desesperes, porque la victoria está asegurada.

No perdamos de vista la presencia de Jesús entre nosotros. Recordemos siempre que Él está donde dos o más se reúnen en su nombre. Y sobre todo pensemos que cualquier cosa que hagamos, por pequeña que sea, hecha en su presencia y en su nombre, será el acto más grande que podamos hacer. Amén.