viernes, 1 de mayo de 2020

COMER Y DIGERIR

Pin de MARCA LA DIFERENCIA en IMÁGENES CATOLICAS PARA NIÑOS ...
Jn 6,52-59
Una vez que hayamos terminado de comer, el cuerpo humano, sobre todo los órganos digestivos, necesitan reposo y un tiempo de cierto estado de tranquilidad para hacer bien la digestión, donde los alimentos ingeridos son transformados en las sustancias y proteínas necesarias para el buen funcionamiento del cuerpo humano.

De la misma forma, el alma necesita también su alimento espiritual para poder encontrar su estado de paz y de bienestar espiritual. Un estado donde la conciencia busca y pide ese estado de paz que le procure gozo y serenidad. Pero, hay más, el hombre busca algo más que su bienestar material, es decir, su salud física, y aspira a la eternidad. Es verdad que muchos no se atreven ni a hablar del tema, porque, aunque lo sienten en lo más profundo de su ser, no llegar a creérselo. Sin embargo, si rascan en su interior, mantienen sus esperanzas.

Jesús, que nos conoce muy bien, nos habla de esa aspiración dormida, y casi enterrada con la que aspiramos a la vida eterna. Se identifica con el Padre y nos anuncia que Él es ese Pan bajado del cielo con el que el Padre nos quiere dar la Vida Eterna. Tenemos la oportunidad, cada día, de alimentar nuestra alma con el alimento espiritual que se nos da en la Eucaristía. Es Jesús mismo que se entrega plenamente para que, en Él, tengamos la fortaleza para perseverar y alcanzar la Vida Eterna que deseamos y buscamos.

En y con el alimento empieza la digestión. Esa digestión de asimilar la Gracia, que nos llega del Pan de Vida, que se nos da a través de la Eucaristía y que nos viene enviada del Cielo por el Padre en el Hijo. El Hijo es el Pan que el Padre nos da para que, por medio de Él, lleguemos a alcanzar la Gloria de la Vida Eterna. Estas son sus Palabras: El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.