No está dentro de la lógica
humana servir sin ninguna prestación o beneficio. Incluso, se entiende el servicio
como una sumisión, como un eslabón más abajo con respecto a los que son
servidos. Sin embargo, la lógica de Cristo, por decirlo de alguna manera, es inversa
a la nuestra. Él ha venido a servir, y siendo el Señor todopoderoso, se pone a
lavar los pies a sus discípulos, y hoy nos lo sigue lavando a cada uno de
nosotros.
Detrás del amor está el
servicio. Quien ama, sirve, y lo hace gratuitamente sin búsqueda de ninguna
recompensa. En el servicio encuentra el sentido y la alegría de su vida. Precisamente
todo lo contrario a la lógica del hombre, ser servido y tener poder sobre los
demás.
Nuestra conversión pasa por ahí, por dar un giro de trescientas sesenta grados considerando el servicio como la fuente de nuestra salvación y alegría. Porque, aunque nos cueste comprenderlo, en él está lo que realmente buscamos: paz, gozo y vida eterna. Tratemos, por la Gracia de Dios, de hacer como Jesús, seguir lavando los pies a los que se acercan a nosotros.