Si quieres, Señor,
a mí también puedes limpiarme de todos mis pecados. Y esto, Señor, te lo diré
todos los días porque cada día soy consciente de que caigo en la tentación del
pecado. Creo en Ti, Señor, y en tu Infinita Compasión y Misericordia y eso me
da confianza para soportar, luchar y esforzarme en resistir todos los embates de
las tentaciones y seducciones que me presenta este mundo.
Camino, Señor,
confiado en tu presencia y tu infinita compasión. Sé de tu infinita
misericordia y en ella ponga todas mis esperanzas. Eres mi fortaleza y me roca
donde trato e intento apoyarme y descansar ante las diarias amenazas de mi
endurecido corazón y las seducciones con las que este mundo me tienta a cada
hora.
Como ese leproso, Señor, yo también te busco, corro hacia Ti y te pido que me limpies de todas las lepras de mis pecados. A diferencia del leproso yo tengo alguna ventaja. Sé dónde estás y puede encontrarte siempre que lo desee. Y, Señor, sabes que acudo con asiduidad todos los días a la Eucaristía a alimentarme con tu Cuerpo y a fortalecerme con tu Espíritu. Haz, Señor, que pueda hacerlo y dejar que Tú seas mi alimento y mi fuerza para resistirme y vencer al mal. Y, sobre todo, Señor, ser generoso y misericordioso como Tú lo eres con todos. ¡Señor, si quieres puedes limpiarme!