domingo, 6 de octubre de 2019

SUCEDA LO QUE SUCEDA SERÁ SEGÚN TU VOLUNTAD, SEÑOR.

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Lc 17,5-10
No sé que sucederá ni que pasará al final de mi vid. Tampoco sé como me irá hoy o que me sucederá en cualquier instante. El camino que me ha traído hasta este momento de mi vida ha sido la consecuencia de muchos factores y circunstancias que, en parte, algunas son propias de mi responsabilidad y otras posiblemente de la Providencia. Pero, en todas está la Mano de Dios, un Dios que rige mi vida, quiera o no, y que será el que marcará el final de mi camino. Pues, no obstante, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

La fe es el resultado de saber que Dios está siempre presente en mi vida y que su salvación, pase lo que pase, se realizará. La fe es la confianza de que, a pesar de que mi vida vaya hacia el precipicio, Dios la tomará en sus Manos y cumplirá su promesa de Salvación. El Anuncio de la Buena Noticia anuncia, valga la redundancia, esa promesa de salvación.

Podrá venirse mi mundo abajo, pero el resultado de la obra de Dios en mi vida dará siempre el resultado esperado de salvación. En eso consiste precisamente la fe, en una confianza en la Bondad, Misericordia y Amor de Dios. Mi fe se va afirmando en el servicio y obediencia a Dios. ¿Y dónde y cómo puedo servir a Dios? Él mismo me lo ha dicho por medio de su Hijo en el anuncio del mandamamiento nuevo: "Amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como Yo les he enseñado".

En el servicio fiel, bien intencionado. honrado y por amor, tu fe se va afirmando y haciéndose notar. La fe se va descubriendo y sembrando para que no se anclé y no deje de crecer. En esta dinámica los apóstoles viendo la fe de Jesús sintieron el deseo de tenerla ellos también y le pidieron que aumentara su fe.