sábado, 1 de mayo de 2021

JESÚS, REFLEJO DEL PADRE

 

A Dios nadie lo ha visto, pero, en Jesús y conociéndole a Él podemos imaginar y conocer al Padre, porque, precisamente, el Padre y Jesús son uno. Por tanto, Jesús es la clave para conocer al Padre. Jesús, encarnado en naturaleza humana - hecho hombre - ha bajado a este mundo y ha convivido con los apóstoles y demás discípulos durante tres años de vida pública. Pero, lo más importante es que nos ha dejado su Palabra recogida en las Escrituras y que la Iglesia nos ha transmitido a través de los siglos.

De modo que, conociéndole en y por su Palabra, conocemos a Jesús y también sus obras. Y ese conocimiento nos da también el conocer al Padre. Y no son deducciones que nos imaginamos nosotros, sino la misma Palabra de Jesús que nos lo dice: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: « ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.

Es, por tanto, deducir lo que acabamos de expresar. El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre.  Los apóstoles han visto al Señor. Se lo dejó muy claro, Jesús, a Tomás, y, nosotros, conocemos a Jesús a través de lo que nos dicen los apóstoles de Él en los Hechos. Jesús, nos dice, habla según la Voluntad del Padre. No ha venido por cuenta propia, sino enviado por el Padre y para hacer la Voluntad del Padre.

Ahora, ¿cuál es nuestro problema? Posiblemente, el mismo que Tomás. Teniendo su Palabra y el testimonio de la Iglesia, los apóstoles y sus obras, tampoco nosotros conocemos al Padre. Porque, Jesús está en el Padre, y el Padre en Jesús. Luego, si no conocemos al Padre, es síntoma de que tampoco conocemos a Jesús.

¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.» Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.