miércoles, 6 de agosto de 2014

LO ÚNICO QUE VALE LA PENA VER

(Mt 17,1-9)


El otro día hablaba una persona y comentaba que a él le ilusiona ver cosas únicas y diferentes a las que ya ha visto. Eso le motiva a viajar y a buscar lugares nuevos y que le den oportunidad de contemplar cosas diferentes y únicas. Y eso le ilusiona la vida.

 Escuché sin comentar nada, entre otras cosas porque sabía que no me iban a entender y era mejor evitarlo. No entro en juzgar lo de ver cosas bellas y únicas, pero sí en poner, eso, como casi el fin de ilusionar la vida, pues, a pesar que las bellezas dan gozo y paz, son efímeras y caducas. Y lo que no perdura no tiene mucho valor, pues es triste gozar de lo que desaparece pronto. ¡Claro!, dependerá también de la esperanza de vida que se tenga. Si temporal o eterna.

Personalmente no me mueven las bellezas de este mundo. Eso no significa que no sean dignas de verlas y de que a mucha gente les guste admirarlas y contemplarlas. Y también de que yo pueda hacerlo, pero no me mueve al esfuerzo el buscar contemplarlas. Sin embargo, toda mi vida gira en torno a encontrarme con el Señor, porque, eso si lo creo, Él es la Belleza Suprema, Única y eterna en gozo y paz que satisface y llena plenamente toda mi vida.

 Esa es la Belleza que me interesa buscar y ver. Por Él si me muevo y me esfuerzo. Y, le pido fuerzas todos los días, para no escatimar esfuerzo, renuncias y sacrificios por buscarle y encontrarle cara a cara, por su Misericordia y Amor, para poder verle. Supongo la maravilla y el gozo de Pedro, Santiago y Juan cuando Jesús les regaló la oportunidad de adelantarle la visión de su Gloria en el Tabor.

Eso si me mueve Señor a buscarte, a viajar, a seguirte para tener un día el regalo, por tu Infinita Misericordia, de estar en tu presencia contemplándote. Y eso es lo que te pido. Amén.