Sin darnos cuenta
buscamos caminos más suaves que el de la cruz, o, simplemente, algún atajo que
me haga el camino más llevadero a mi manera. Una y mil veces damos en la misma
piedra. Solo hay un camino para seguir a Jesús, y quien quiera seguirlo debe de
tomar su cruz y ponerse a caminar detrás de Él. No hay otro camino ni atajos ni
otras soluciones. Solo Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
El problema está,
como si de un virus se tratara, en nosotros. Queremos buscar un camino más
suave desoyendo al Señor. Quizás eso fue lo que le ocurrió a aquel muchacho
rico. Nos sentimos seducidos por la comodidad, el dinero, poder, placeres…etc.
No queremos tomar la cruz que nos ha tocado en este camino mundanal y, cargando
con ella seguir al Señor.
Sin embargo, Jesús,
nuestro Señor obedece a su Padre y toma la Cruz de su Vida entregándola para
nuestra salvación. Y nosotros si queremos seguirle tendremos que hacer lo
mismo. Ese es el camino señalado y el que tenemos que recorrer. Pero sin
olvidar que no lo hacemos solos. Tenemos junto a nosotros, y que nos acompaña
en todo momento, al Espíritu Santo. Él nos fortalecerá, nos alumbrará, nos
revelará la Palabra y el camino por donde debemos de ir. Nos indicará lo que
tendremos que hacer dándonos paciencia, fortaleza y sabiduría para entenderlo,
vivirlo y cumplirlo.
Hay algo mucho más
gozoso y hermoso que tenemos que descubrir y mirar. Más que cumplir es estar
con Jesús. Con Él todo será diferente y el cumplimiento de sus preceptos ni lo
notaremos ni serán una carga. Con y en Él todo será gozo, alegría y, sobre todo,
esperanza de un mundo nuevo en gozo, verdad, bondad y belleza.