Todavía seguimos preguntándonos que no hemos visto a
Dios. Incluso, muchos lo afirman de otra manera: «no
he visto a nadie que, muerto, haya vuelto a la vida». De alguna manera, al no creer en la resurrección, confesamos
que no hemos visto a Dios. También los apóstoles no entendían lo de la
resurrección y les costaba creer que Aquel que tenían delante era el Señor.
Hoy, son muchos los que siguen en y con la misma
actitud. Incluso, muchos de los que creen no, como ocurrió con Felipe, conocen
a Jesús, y se crean un Jesús a su manera y forma de pensar. Sin embargo, Jesús,
quieran o no, está Vivo y entre nosotros, y nos señala el Camino, la Verdad y
la Vida.
Él, creas o no, está a tu lado, sostiene tu vida y te tiende sus brazo con un amor pleno de misericordia para que reacciones y le abras tu corazón. Mientras lata estás a tiempo. En ese sentido, la vida es el don más grande que nuestro Padre Dios nos ha regalado, porque, a través de ella podemos encontrarnos con el Señor y reconocerle, darle gracias y aceptar su Infinita Misericordia.