viernes, 15 de julio de 2022

MÁS QUE EL TEMPLO

Mt 12,1-8

Es evidente que la Ley está para cumplirla, y será siempre bueno cumplirla. Sin embargo, otra cosa es anteponerla a la Voluntad de Dios. Porque, lo que viene de los hombres, viene manchado por el pecado, y lo que viene de Dios es lo bueno, lo que es perfecto y lo que verdaderamente nos conviene. Por tanto, primero, escuchar a Dios y luego, en sintonía con la Voluntad de Dios, amar misericordiosamente a los hombres.

Esa es la misión de la Iglesia, de Templo espiritual que es la Iglesia como continuadora de la misión de Cristo, nuestro Señor. Porque, el verdadero Templo es el Señor que demanda, no sacrificios sino Misericordia. Amar es el fundamento de la Ley, porque, una Ley que se olvida de servir en la justicia y vivir en la misericordia es una ley opresiva e inquisidora. El hombre siempre está primero y, se es justo cuando se busca el bien del hombre. Nunca anteponer la justicia al bien del hombre. Por una sencilla y simple razón: Eres justo y vives en la verdad cuando tus actos van dirigidos al bien del hombre. Un bien fundamentado en la justicia y en el amor.

―¿Has observado ―preguntó Manuel― como regañan los padres a sus hijos cuando hacen algo que no les conviene y les perjudica?

―Y creo que hacen bien ―respondió Pedro. Buscan el bien de los hijos aunque, para ello, tengan que hacerlo enfadados y con gestos aparentemente agresivos.

―Además ―siguió Manuel― si lo hacen desde el amor en Cristo Jesús, es decir, en su presencia, y buscando el bien, se notará siempre un halito de paz y amor.

―Creo que ahí está la diferencia, cuando se corrige desde el amor todo es diferente, hasta la forma de reprender. Y eso solo se consigue estando en la presencia del Señor.

―Efectivamente, cuando actuamos desde Dios y con Dios, al menos en esa buena intención, las cosas cambian y son diferentes. Porque, solo de Dios viene lo bueno, lo que nos conviene y busca nuestro bien:  La Salvación Eterna.

 

La ley – que viene de los hombres – nunca puede obligar ni enfrentarnos al amor misericordioso que viene de nuestro Padre Dios. La parábola del buen samaritano nos lo deja bien claro. Sería contradictorio dejar de hacer algo bueno y necesario para el hombre porque la ley lo prohíba. El sábado siempre estará al servicio del hombre, y nunca al revés.