miércoles, 4 de noviembre de 2020

SALIR DE TI MISMO

 

Es posible que puedas seguir a alguien o permanecer fiel a un partido concreto o perseverar en un grupo o colectivo determinado sin vaciar por ello tus ideales, proyectos, ambiciones y aspiraciones que llevas en tu corazón.  Pero, cuando decides seguir a Jesús, todo es diferente. Tu corazón necesita vaciarse, limpiarse, purificarse y dejar todo su espacio para alojar y acoger a Jesús.

Seguir a Jesús es salir de ti y alojarte en Él. Lo dijo Pablo muy bien cuando manifestó: Gálatas 2, 20 - ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí -. Seguir a Jesús exige salir de ti mismo y cambiar tu corazón de piedra por un corazón de carne, suave, manso, generoso y misericordioso. Pero, seguir a Jesús tiene condiciones, y la primera y única es la entrega. Es decir, entregar tu corazón para que Él se instale y sea el centro de tu vida.

Es esa la reflexión que se propone y se desprende, según mi humilde opinión, en este Evangelio. Se trata de poner a Jesús en el centro de tu vida, y todo lo demás en un plano secundario y en función de vivir en la Voluntad de Dios. Porque, es Jesús quien realmente, en la medida que le abramos nuestro corazón, quien vive en nosotros, nos mueve y realiza su obra. Pablo es testimonio vivo, como hemos visto, de ese actuar de Cristo en nosotros.

Él irá purificando y dándote las fuerzas y fortaleza que necesitas en cada momento- Flp 2, 12-18 -  para activar en ti entusiasmo, deseos, sabiduría y fe para que le sigas y, libre de toda atadura, vivas en su Palabra y en su Amor.