El templo es el lugar donde acudimos a rezar y a hablar con Dios. Es un lugar de silencio, de respeto al otro que está orando y de recogimiento sereno y reflexivo. Es el lugar común donde los cristianos, al igual que los judíos en la sinagoga, se reunen para orar y celebrar el banquete Eucarístico que nos da la Vida Eterna y nos fortalece para peregrinar por este mundo hacia la Casa del Padre.
Sin embargo, desde tiempos atrás, recuerdo en mi juventud que era un lugar donde se guardaba total silencio y se tenía que decir algo se hacía como mucho sigilo y cuidado tratando de no molestar ni prologar esa comunicación. Hoy ha cambiado y se habla con toda normalidad y sin guardar la debida compostura ni tener presente que molestamos a quienes está en oración. Es algo que debemos tener en cuenta y cuidarlo, y eso depende y pasa por la actitud de cada uno de los que asistimos al templo.
El templo es el lugar donde, ahora, porque en las primeras comunidades se hacía en las casas, eran celebraciones domésticas, pues no habían templos, se celebra el Banquete Eterno, y donde el Señor se hace presente bajo las especies de pan y vino para alimentarnos espiritualmente y darnos esa Vida Eterna que nos ofrece. Sin embargo, el verdadero templo es el Señor, que mora en nosotros y en el Espíritu Santo nos transformamos en templos vivos. Ya nos lo decía San Pablo - 1ª Corintio 3, 36 - somos templos vivos de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros.
Jesús sostiene ese templo vivo que somos nosotros en Él y lo ha hecho tal y como lo había prometido: Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
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