Te equivocas si
piensas que seguir a Jesús no entraña peligro y dificultades. Te equivocas si
piensas que siguiendo a Jesús puedes llevar una vida cómoda y sin
complicaciones. Te equivocas si crees que puedes estar en el mundo y con Jesús
sirviendo a ambos. No hay sino un solo camino para seguir a Jesús: seguirle
abrazado a la cruz. A esa Cruz que el tomó y abrazó y a la que te tocará a ti
abrazar en el recorrido de tu vida.
¿Qué es difícil?
Nadie te va a decir lo contrario. Es más, diría que imposible abrazarla sin
estar unido al Señor. No podremos soportar persecuciones, sufrimientos y
martirios sin estar en, con y por Él. Es verdad que tendremos que dar ese paso,
pero solo lo daremos si confiamos y creemos en su Palabra. Con y en Él todo es
posible.
Escribo estas
palabras y me siento débil y sin fuerzas para superar todo lo que me puede
venir encima en cualquier momento. Nuestro camino es de subida, y termina en el
Calvario, tal y como hizo Jesús. No sé ni entiendo como me puedo atrever a
superarlo, pero sé que no estoy solo y que con el Señor puedo superarlo. En Él
confío.
Sabemos, y reafirmamos que vale la pena padecer persecuciones y todo tipo de sufrimiento hasta el extremo de entregar la vida. Porque, detrás de ese darse y entregarse está lo que realmente todos buscamos, la vida eterna en plenitud de gozo y felicidad. Y el camino señalado y anunciado por Jesús, que el recorrió primero y lo consumó con su crucifixión y muerte en la Cruz, es el de su Vida, desde su nacimiento hasta el momento último de su Pasión en la Cruz. Él es el ejemplo y el testimonio más grande que tenemos. Es el Salvador y el que nos redime de nuestros pecados. Es, por tanto, el Camino, la Verdad y la Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.