Estamos siempre predispuestos
a controlar el tiempo y a disponer del mismo sin darnos cuenta de que solo Dios
dispone del él. Dios Padre, Señor del tiempo que dispone según su Voluntad.
Solo Él designará el momento de que todo lo de aquí abajo quede piedra sobre
piedra. Y eso nos sugiere que poner nuestras esperanzas en las cosas de este
mundo es un gran disparate y una desesperanza plena.
El Evangelio de hoy martes nos dice claramente: (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos...
La pregunta que
surge inmediatamente es: ¿Dónde pongo yo mi esperanza? ¿Acaso creo que en este
mundo encontraré la respuesta a mis interrogantes? ¿Conozco a alguien que se
haya llevado sus bienes y riqueza con él? Luego, ¿para qué me sirven después de
la muerte? ¿No convendrá utilizarlas bien y compartirlas para que luego, en la
otra vida, puedan resultarme provechosas? Estas y otras preguntas podrían
servirnos de gran provecho para plantearnos nuestra vida.
Lo único verdaderamente importante será lo que nuestra propia experiencia nos dice: Aquí abajo, algún día, no quedará nada. Por tanto, todo esto debe tener otro sentido. Y solo Jesús, el Señor, nos dice la verdad. Conviene estar atento y no dejarse confundir por muchas teorías de falsa felicidad ni promesas sin fundamento. Y nunca asustarse por las señales que el mundo nos vaya presentado. El tiempo y la vida es de Dios y solo Él dirá cuando llegue el momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.