Lc 10,17-24 |
La
verdadera alegría es la de sabernos salvados – inscrito en el Reino de los
Cielos – por la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios. Porque, eso significa
que la muerte está vencida y ese momento, que sabemos que llegará, será
simplemente el paso – viaje – hacia la Vida Eterna en la Gloria de Dios Padre.
Pero,
para que eso sea así, nuestro primer paso es creer y abrir nuestro corazón a la
Palabra del Señor. Dejar que su Luz, su Verdad y su Vida inunde todo nuestro
ser y nos llene de esa paz y alegría que, a pesar de las dificultades y
sufrimientos, sepamos con gozo y llenos de paz sabernos salvados para la gloria
eterna.
Abramos
nuestros oídos y escuchemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio de hoy
sábado: «¡Dichosos los ojos que
ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo
que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo
oyeron».
¿No nos damos cuenta que somos unos privilegiados? ¡Jesús, el Señor, nos llama dichosos! Y en realidad lo somos porque hemos recibido el don de la fe. Una fe que buscamos y pedimos cada día y que, injertados en Cristo Jesús, tratamos de sostener y aumentar en nuestro corazón, ¡Alabado sea Dios!
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